miércoles, 6 de julio de 2022

La Revolución Rusa, un éxito para la izquierda

 

La Revolución Rusa supuso el cambio drástico del gran imperio de los zares en 1917 y creó el primer régimen comunista de la historia, que constituyó un modelo de movimiento para muchos países del mundo.

 

 

Según define la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en una de sus aceptaciones la revolución es ``un cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional´´. Como bien apunta la RAE esto es lo que ocurrió en plena Guerra Mundial o, como algunos historiadores le llaman, Guerra Civil Europea. En una nación incapaz de sostener el gran peso de un conflicto bélico dio paso, en febrero de 1917, a un precario régimen liberal-democrático. Meses más tarde, en octubre este régimen fue derribado por el partido Bolchevique, liderado por Vladímir Lenin. Una vez superadas las resistencias al dominio de la dictadura bolchevique tras una cruenta guerra civil (1917-19123), el 30 de diciembre de 1922 se creaba la Unión de Repúblicas Soviéticas (U.R.S.S). Tras la muerte de Lenin, el régimen comunista cayó en manos de Stalin quien, a pesar de cometer uno de los genocidios más impactantes en la historia, convirtió la URSS en una potencia mundial.

A comienzos de siglo XX, Rusia continuaba regida por un régimen zarista, en especial la dinastía Romanov, que gobernaba desde el siglo XVII, y ejercía todos los poderes estales por derecho divino. Años antes de comenzar el siglo XX, en 1896 había sido coronado quien fuese el último zar, Nicolás II. Nicolás fue coronado por el arzobispo metropolitano de la Iglesia ortodoxa rusa. Rusia a pesar de ser un imperio inmenso y con un gran número de pobladores, también era una bestia herida, cuyo atraso respecto a los otros países europeos era manifiesto. Con una población, en su mayoría campesina. Algunas fuentes apuntan un total de 175 millones de habitantes con una gran diversidad étnico-lingüística y religiosa.

El poder casi absoluto del zar era apoyado por la burocracia civil y militar, ésta en suma contaba con el poder del clero ortodoxo y la nobleza. Estos dos últimos grupos sociales junto con la corona eran los propietarios de las tierras fértiles del país. Y por supuesto, eran explotadas del mismo modo que en la Edad Media, por latifundios. Los mujiks, campesinos pobres, trabajaban la tierra como jornaleros o arrendatarios y sometidos a la voluntad de los grandes propietarios. Existía también, otra clase social algo más elevada, los Kulaks, conocidos también como los `campesinos ricos´.

Esta atrasada estructura social era similar a su economía basada sustancialmente en una agricultura poco productiva. Sin embargo, el gobierno zarista se atrevía a dar sus primeros pasos en el proceso de industrialización gracias a la colaboración del capital británico y francés. Como resultado se vio un sector industrial concentrado en las ciudades más modernas, como Moscú, San Petersbusgo, y zonas de Ucrania y la cuenca del Donetz, que daba empleo a millones de obreros. En este entorno laboral, colmado de malas condiciones económicas, sanitarias y una tendencia a la explotación humana, floreció junto con el proletariado una pequeña y mediana burguesía comercial, profesional e industrial inspirada por Occidente.

Tensiones Políticas

El lento pero concentrado movimiento de cambio social y económica había conducido al surgimiento de focos de oposición y denuncia al atrasado sistema político. Ya desde el siglo XIX, el movimiento cultural conocido como <<Intelligentsia>> criticaba el sistema ruso y difundía valores de renovación contra el parecer de los sectores tradicionalistas. En el siglo XX las tensiones comenzaron a ir a más porque los críticos del sistema habían incrementado su influencia en las filas obreras y burguesas. Observado el plano político, surgieron muchos partidos y movimientos políticos pidiendo una mayor apertura del régimen y solicitando claramente una constitución y un modelo parlamentario de corte europeo, aunque a pesar de ello, el zar se negó y tal decisión le costó ni más ni menos que la propia vida. Al margen de la vida catastrófica del Zar, los grupos políticos que surgieron no fueron pocos, y sus ideales fueron de los más diversos.

El opositor liberal, denominado Partido Constitucional Democrático o (cadete, por sus iniciales en ruso) era favorable a una reforma orientada a seguir los pasos de las monarquías parlamentarias de la Europa occidental. Este grupo fue apoyado por las clases sociales más altas de Rusia.

 La principal fuerza política residía en los movimientos populistas (Makmo) de ideología anarquista que reivindicaban la autogestión rural. Un paraíso sin estado, un paraíso sin opresiones. El grupo anarquista era apoyado por los campesinos. Este grupo, en años anteriores, nació como un grupo terrorista de vanguardia, quienes fueron protagonistas del asesinato del zar Alejandro II en 1881. La fuerte represión policial sufrida le llevó a cambiar la vía de acción y sus seguidores siguieron el camino de una lucha pacífica, que en 1905 dio lugar a la creación del Partido Social Revolucionario (eresitas), apoyado por a pequeña burguesía, intelectuales y campesinos, cuyos objetivos eran reunir una asamblea constituyente para instaurar una república y llevar a cabo un reparto de tierras.

El Partido más simbólico, el que desde 1898 jugaba sus cartas en Rusia el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, inspirado en los principios establecidos por Karl Marx. Apoyado por Intelectuales de la época y, en su mayoría, por obreros tenía en sus filas a un joven Lenin que pisaba con fuerza en el terreno político a principios del siglo XX. En este partido se originó una tránsfuga que dio origen a los Mencheviques, liderados por Mártov, partidarios de una fase de capitalismo económico y sistema liberal, previa a una instauración del socialismo y, por otro lado, los Bolcheviques, encabezados por Lenin, partidarios de instaurar inmediatamente el socialismo.


 

La Revolución de octubre de 1917

Tras un previo golpe revolucionario, en la capital imperial de Petrogrado -San Pertersburgo- en febrero de 1917 (marzo en el calendario occidental), se fue amasando las ideas que trajo de su exilio en Suiza, Lenin. Esta primera revolución del año fue un auténtico calvario. El pueblo ruso se manifestaba de manera espontánea exigiendo alimentos. Para sorpresa de estos desfavorecidos, vieron como respuesta una acción violenta por parte del ejército zarista para reprimir sus actividades. En esta primera revolución de invierno, se logró la abdicación del zar Nicolás II y el establecimiento de una república democrática.

En el verano ruso de 1917, el Partido Social Revolucionario, los eseritas, llevaron a cabo un golpe de Estado liderado por Kereski, cuyo final fue un fracaso. El hambre persistía y el desprestigio del gobierno de Kerenski era patente en aquellos días. El ambiente estaba cargado de protestas y mal estar ciudadano por lo que explotó la burbuja en un nuevo movimiento revolucionario, meses más tarde. El 25 de octubre (7 de noviembre en el calendario occidental), las milicias bolcheviques con apoyo de los marinos del ejército naval de Krondstadt, asaltaron el Palacio de Invierno de Petrogrado. A un mismo tiempo, los bolcheviques se apoderaron de los puntos estratégicos de la ciudad, se veían rojos en las casas de correos, lugares de teléfonos, fabricas eléctricas, estaciones, bancos. Andar por la ciudad conllevaba visualizar el éxito comunista.

A pesar de haber instituido el poder bolchevique sobre la inmensa Rusia, Lenin tuvo que afrontar el problema de falta de apoyo por parte de su pueblo. En las pasadas elecciones a la Asamblea Constituyente convocadas antes de octubre con una participación de 41.686.876 votantes indicaban un contundente éxito del Partido Socialista Revolucionario (eseristas) con un 41% de los votos, frente al 23,5% de los votos obtenidos por los bolcheviques a los que seguirían el resto de los partidos. Observando tales resultados, Lenin, tozudamente, estaba indispuesto a compartir el poder, lo ambicionaba y quería lograrlo por la fuerza o través de negociones con los vencedores en las urnas. Así una vez inaugurada la Asamblea Constituyente, en enero de 1918 ordenó su disolución y confirmó que el único poder en Rusia debía ser el Gobierno bolchevique, también conocido como el ``Consejo de Comisarios del Pueblo´´.

Según reza el decreto de disolución redactado por Lenin, no había cabida en la nueva Rusia para ``el viejo parlamento burgués, que es absolutamente incompatible con las tareas de la realización del socialismo, porque solamente los organismos de clase son capaces de quebrantar la resistencia de las clases poseedoras´´. Y añadía, frente a los ideales democráticos, de que asomaba una represión frente a los opositores del régimen comunista. Por tanto, los bolcheviques constituirían ``la dictadura del proletariado, como instrumento de clase para granjearse la adhesión de la mayoría de los trabajadores´´.

 



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