lunes, 6 de junio de 2022

La mitología y el nacimiento del mundo sumerio

 

Miles de pensadores a lo largo de la historia hasta la actualidad han dedicado su vida a comprender la creación del mundo, y la cultura sumeria, la más antigua que se conoce

 

Jesús María Archivet Maroto

Son excitantes las preguntas, ¿cómo se creó el mundo?, ¿Quiénes fueron sus primeros pobladores?, ¿por qué estamos aquí? Diversas culturas y civilizaciones a lo largo de la historia han intentado dar respuesta a estas preguntas. Se han escrito una gran cantidad de libros con mitos que explican con parábolas, comparaciones y metáforas la primera luz que asomó en el firmamento y que a día de hoy son muy estudiados por filósofos, teólogos y personas interesadas no solo en ciencia sino en el mundo espiritual. Las divinidades desde épocas sumerias ya estaban muy arraigadas en el pensamiento y vida de los humanos.

En el comienzo de la historia, cuando la tierra era un abrasador caldo primogénito de partículas, según las tablillas sumerias, existía Nammu, el agua, el océano infinito, una diosa que se relaciona con la vida, la cual engendró a la Montaña Cósmica, el cielo y la tierra integrados en una masa compacta con un incierto estado material. Estos dioses procrearon a An, dios del cielo y a Enil, dios del aire los cuales partieron para sí un elemento y de esta forma se formaron cielo y tierra. De estos dioses herederos nacieron las restantes divinidades responsables de todos los fenómenos del universo, que según rezan las tablillas sumerias eran cincuenta los más importantes. ``Los grandes dioses, cincuenta en total…´´. Pero la creación del mundo no fue tan fácil como uno pueda imaginar, ya que los antiguos sumerios, narran este hecho como un evento bélico entre los dioses.

Los antiguos pensadores no disponían de argumentos científicos ni avanzados aparatos tecnológicos para entender y explicar las cosas. Según el autor y una de las máximas autoridades de asiriología Samuel Kramer, estos pensadores del siglo III.a.C no eran filósofos en busca de la verdad cuyo fin es razonar los hechos sino más bien eran poetas que utilizaron la imaginación para exponer los sucesos acaecidos y conseguir que los oyentes los incorporasen en su lista cultural. De modo que, los pensadores sumerios crearon narraciones para glorificar a sus dioses.

Los mitos se podrían definir como una técnica literaria cuyo fin es contar la historia encarnando en personaje hechos, generaciones o episodios acaecidos en épocas muy lejanas, utilizando metáforas o parábolas. De hecho, los mitos han ido adaptándose al cambio de las circunstancias y hay ejemplos que corroboran la afirmación. En la Biblia se puede observar que en el mito de Isaac los hebreos, como todos los pueblos semitas, sacrificaban a los dioses al hijo primogénito, pero, una vez en contacto con los egipcios, personas más civilizadas, reemplazó el objeto de sacrificio por victimas animales. En el mito, Abraham cambia a su hijo por un carnero.

Los mitos de la creación sumerios y babilónicos narran la historia de Mesopotamia, que data de cien mil años de antigüedad, cuando los hombres prehistóricos se cobijaron en las grutas ubicadas en las montañas kurdas, al norte del actual Irak, un lugar de los pocos habitables en la tierra durante el último periodo de glaciación. Este hecho lo ratifica los utensilios encontrados en las cuevas de Barda Balka, entre las herramientas encontradas se hallaban instrumentos de guijarros, bifaces y lascas líticas.

En la actualidad se cree que los primeros grupos de humanos que vivieron en la cueva de Shanidar, ubicadas en los montes Zagros de Kurdistán fueron los neandertales. Tal descubrimiento lo llevó a cabo el arqueólogo estadounidense Ralph Solecki, en la década de 1950, quién descubrió parte de los esqueletos de diez neandertales. Algunos de estos vestigios humanos tenían restos de polen a su alrededor por lo que Solecki lo atribuyó a ritos funerarios en los que los allegados del fallecido le honraban con flores. Aquel descubrimiento y su interpretación humanizo a la especia, pero hubo lógicas contrarias. Los restos vegetales podrían haber llegado mediante animales y las antiguas técnicas de investigación empleadas por Solecki no eran tan fiables como las actuales. A pesar su insistencia por descifrar el enigma, Solecki falleció en 2019, a la edad de 101 años sin lograr su objetivo. Los esqueletos fueron sometidas a la prueba del carbono 14 y como resultado han sido datados entre treinta y cinco y sesenta mil años de edad.

Desde que los primeros pobladores se establecieron en las montañas kurdas hasta que se formó la llanura que se extiende entre el Éufrates y Tigris, lugar de germinación de las civilizaciones, pasaron miles de años en los que se produjeron cataclismos. Motivo de estudio de los pensadores sumerios que trataron de explicar un lenguaje metafórico y poético.

DIOSES

Hace entre doce y diez mil años que finalizó la última glaciación y como consecuencia comenzaron a secarse las tierras bajas de Mesopotamia hasta entonces cubiertas por los ríos. Aquí tuvo presencia Nammu, la diosa del agua, que en lenguaje sumerio significa `Mar primitivo´. El agua es, como en todas las culturas, el origen de la vida. Del agua surgió el dios Enlil `aire, viento, soplo de espíritu (El espíritu de Jehová flotando sobre las aguas). La tierra y el cielo constituían una masa compacta denominada Montaña Cósmica, pero Enlil se llevó consigo la tierra y quedó apartada del cielo.

CREACIÓN DEL TERRENO

Pero los elementos no se separaron con facilidad ni la tierra seca surgió sin esfuerzo. Según el mito babilónico de la creación la transición del pantano a la tierra seca transcurrió por un complejo proceso cuyos protagonistas fueron el Tigris y Éufrates que se tuvieron que abrir paso entre inmensas ciénagas para desembocar en el golfo Pérsico. Sus aguas lo hicieron con todo vigor, arrastrando tierra y materiales acumulados en los picos montañosos. Finalizado el periodo glacial, las enormes ciénagas se llegaron a secar, convirtiendo el terreno pantanoso en una llanura y formando una serie de terrazas aluviales de máxima fertilidad. Otros dos ríos ayudaron en el proceso, el Karu y el Wadi al-Batin, que desembocan a su vez en el golfo Pérsico, e igualmente, arrastraron gran cantidad de Limo con el que se formó una barrera, impidiendo que los otros aluviones (Los del Tigris y Éufrates) llegarán al mar, por lo que quedaron en la albufera hasta convertir las aguas profundas en pantano y, por consiguiente, en tierra seca.

La primera zona seca fue donde los aluviones de los otros ríos formaban barrera, en este lugar la tierra se pobló. Comenzaron a surgir islotes cuyos habitantes vivían en constante batalla con los elementos de la naturaleza. El agua dulce de los ríos se enfrentaba al mar tempestuoso y amenazaba con arrasar las ciudades. Esta lucha entre los elementos resulta muy gráfica y vívida en los poemas mesopotámicos.

En la primera ciudad sumeria, Eridu, que significa `ciudad buena´, ubicada a 25 km del sur de Ur, en el actual yacimiento arqueológico de Tell Abu Shahrein, se han encontrado al menos 19 templos. El más antiguo es el santuario de adobe construido sobre una plataforma con escaleras y rampas de acceso. Durante el periodo III de Ur, el general sumerio, Ur-Nammu construiría un zigurat sobre los restos de templos anteriores. Según la práctica tradicional sumeria, para construir un nuevo templo se rellenaba el anterior de arena y se elevaba el terreno hasta que quedase completamente cubierto; el nuevo se edificaba sobre el montículo formado.

Poniendo atención a la epopeya Enmerkar y el señor de Arata referencia que el rey Enmerkar, de Uruk, fue el responsable de la construcción del templo de Eapzú para honrar al dios de la sabiduría, Enki. Si bien, Eapzú era `la casa de la profundidad del agua´ y Eridu, según los textos caldeos, es la ciudad cuya ubicación se encontraba en los límites del agua, una ciudad erigida en una isla bañada por el agua que arrastraba tierra y objetos de todo tipo para arrojarlos al mar profundo. Por tanto, esto hace pensar que los sumerios hacían un culto importante dedicado a Ea, como dios del abismo. Ea, más allá de ser un dios sólido, era un dios gaseoso, un soplo que devora como un remolino activo.

IMPORTANCIA DEL AGUA

No hay duda de que la mayor preocupación para la civilización sumeria era el agua que rodeaba sus tierras y ciudades. A diferencia de los egipcios que no tuvieron problema para domesticar las aguas del Nilo, que se desbordaban cada año sobre la superficie de un estrecho valle. Los sumerios, por su parte, cargaron con los infortunios que el Éufrates y el Tigris generaban, inundando toda la superficie terrestre porque creaban cuencas con sus propios aluviones y elevaban su nivel con dependencia del nivel de nieve que se licuase de las montañas de Persia y Turquía. Tragedia que se sucedía frecuentemente y que inundaba o desecaba las tierras que les rodeaban. Por ello, lo que para los egipcios era una bendición para los sumerios se convertía en maldición. Pues estos últimos tuvieron que emplear todo su ingenio para domeñar con técnicas avanzadas el comportamiento de las aguas y ponerlas al servicio de los cultivos y ganado, además de proteger sus viviendas. El escritor e historiador francés, Daniel Rops, quien escribió en Historia Sagrada  comenta que, si Egipto es un don del Nilo, Mesopotamia es un regalo del Éufrates y el Tigris, pero un regalo revocable que a veces hay que devolver.

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