viernes, 20 de septiembre de 2024

Dios, la energía creadora y la obra predeterminada

 

Archivo de Jesús

 

La naturaleza de Dios ha sido objeto de innumerables reflexiones filosóficas y teológicas a lo largo de la historia de la humanidad. Varias religiones y sistemas de creencias han intentado definir la esencia de este Ser Supremo, y aunque muchas de estas definiciones difieren en sus detalles, todas coinciden en un aspecto esencial: Dios, de alguna forma, es el origen de todo lo que existe. Pero ¿qué pasaría si repensaramos la noción de Dios? ¿Si lo concebimos no como una figura antropomorfa con atributos definidos por religiones específicas, sino como una energía primordial, omnipotente y compasiva, que orquestó la creación del universo en un solo acto creativo? En esta perspectiva, Dios se convierte en autor de una obra de teatro que escribió momentos antes de crear la vida, donde todos los acontecimientos están predestinados y la única libertad verdadera está en nuestros pensamientos.

Imaginemos a Dios no como el dios tradicional de las religiones abrahámicas, ni como el Brahman hindú o el Tao chino. Este Dios es energía sin forma, infinito en poder y compasión. No tiene rostro ni características humanas, pero es la fuente de todo lo que existe. Antes de crear el universo, escribió una obra de teatro perfecta y completa, una secuencia inalterable de acontecimientos que incluye cada momento, cada acontecimiento, cada interacción en el vasto cosmos. Este Dios no está sujeto a las limitaciones del tiempo ni del espacio, y en su acto de creación todo quedó determinado: las estrellas, los planetas, la vida misma y todos los acontecimientos que sucederían a partir de ese momento inicial.

Aquí surge una interesante paradoja: Dios, siendo omnipotente, lo previó todo y lo escribió todo. Sin embargo, al iniciar este trabajo, parece haber perdido el control sobre el mismo. No porque sea incapaz de cambiarlo, sino porque la perfección de su obra reside en que ya no necesita intervención. Su voluntad es el guión que sigue la realidad. El universo sigue exactamente el rumbo que Dios le impuso, pero en su infinita sabiduría, supo que la verdadera libertad para los seres conscientes no debe estar en sus acciones físicas, sino en sus pensamientos.

En este modelo se abandona la concepción de un libre albedrío en el que cada ser humano decide sus acciones, para dar lugar a una comprensión más profunda y limitada de sí mismo. Las decisiones que tomamos, nuestras acciones en el mundo material ya están escritas. Si elegimos ir hacia la izquierda o hacia la derecha, si triunfamos o fracasamos en nuestros proyectos, todo esto ya estaba destinado a suceder. Esta noción puede resultar inquietante, ya que choca con nuestra idea cotidiana de libertad. Sin embargo, eso no significa que estemos condenados a la pasividad. Aquí es donde los pensamientos juegan un papel crucial.

El único verdadero dominio del libre albedrío reside en cómo interpretamos y respondemos a los acontecimientos de la vida. Dios, en su infinita compasión, nos dotó de la capacidad de pensar, de reflexionar, de soñar. A pesar de que no podamos cambiar lo que nos sucede, somo libres de determinar qué significado damos a lo que experimentamos. Esta libertad mental es nuestra conexión con la energía divina, nuestro único y verdadero acto de creación. A través de los pensamientos, reinterpretamos nuestra existencia y damos forma a nuestra experiencia interior del mundo, aunque las circunstancias externas permanezcan inalterables.

En este contexto, la vida no es un campo de batalla donde luchamos contra el destino, sino una experiencia que debemos vivir plenamente, conscientes de su naturaleza predeterminada. Pedirle algo a Dios en este sistema sería inútil, ya que nada de lo que sucede puede cambiarse. Las oraciones, en su sentido tradicional, carecen de significado cuando se dirigen a cambiar el curso de los acontecimientos. No se trata de rogar por la intervención divina para obtener lo que deseamos, sino de vivir la vida que no has sido dada con plena consciencia de su naturaleza. Dios, en su sabiduría, ya lo ha establecido todo, y nuestra tarea no es alterar el guion, sino interpretarlo con la mayor autenticidad posible.

Esta perspectiva filosófica no busca negar el valor de la vida ni de búsqueda de sentido; al contrario, plantea que el verdadero sentido de la existencia radica en la aceptación de lo que es. Cada individuo, al aceptar que no puede cambiar el destino externo, puede concentrarse en lo que realmente importa: su relación con la vida, con los demás, y con el misterio de la existencia. En lugar de luchar contra lo que no podemos controlar, debemos abrazar lo que se nos ha dado, vivirlo con integridad, y encontrar en nuestros pensamientos el espacio de libertad donde reside nuestra verdadera humanidad.

Este modelo filosófico propone una forma de vivir sin remordimientos ni reproches. Si todo está ya escrito y no podemos alterar lo que nos sucede, entonces no tiene sentido aferrarse a los “y si” del pasado o a las ansiedades del futuro. Las acciones cometidas, los errores y los éxitos forman parte de un destino que no depende de nosotros cambiar. Pero sí depende de nosotros cómo reaccionamos ante ellos, cómo los interpretamos y qué lecciones extraemos.

Dios, al no ser un juez que espera ser complacido, tampoco requiere de nuestros lamentos o arrepentimientos. No busca nuestra adoración ni nos castiga por nuestras fallas. Este Dios, como energía creadora, simplemente nos ha dado una existencia, y el mayor regalo que podemos hacerle es vivirla plenamente, con la compresión de que, aunque nuestros actos están escritos, nuestra interpretación de ellos sigue siendo nuestra.

La idea de un Dios que escribió una obra de teatro momentos antes de crear la vida nos invita a reflexionar profundamente sobre la naturaleza de la existencia y el libre albedrío. En este modelo, no somos dueños de nuestros actos, pero sí de nuestros pensamientos. No hay necesidad de pedirle a Dios, pues su voluntad ya ha sido realizada en cada aspecto de la creación. El desafío y la belleza de la vida radican en cómo elegimos pensar y vivir en medio de un destino ya trazado. Este enfoque filosófico nos libera de la carga de cambiar lo que podemos controlar y nos invita a enfocarnos en lo único que realmente nos pertenece: nuestra conciencia y nuestra actitud frente a lo que es.

miércoles, 21 de agosto de 2024

La Guerra Civil Camboyana y el ascenso de Pol Pot

 


Jesús Archivet

 

La Guerra Civil Camboyana (1967-1975) se desarrolló en el contexto más amplio de la Guerra de Vietnam y fue un conflicto marcado por la intervención extranjera, el colapso del orden interno y el ascenso de los Jemeres Rojos bajo el liderazgo de Pol Pot. Este conflicto no solo devastó Camboya, sino que también sentó las bases para uno de los regímenes más brutales del siglo XX.

La Guerra Civil Camboyana, que se extendió desde 1967 hasta 1975, es un capítulo crucial en la historia del sudeste asiático y un preludio directo a la trágica era del régimen de los Jemeres Rojos. Este conflicto interno estuvo profundamente influenciado por la guerra de Vietnam y las maniobras geopolíticas de la Guerra Fría, culminando en la caída de Nom Pen y el establecimiento de una de las dictaduras más sanguinarias de la historia contemporánea.

Antecedentes y el estallido del conflicto

Camboya, bajo el liderazgo del Príncipe Norodom Sihanouk, se había declarado neutral en el conflicto vietnamita. Sin embargo, la neutralidad proclamada por Sihanouk fue vista con sospecha por los Estados Unidos, que acusaron al gobierno camboyano de permitir que el Vietcong utilizara su territorio como refugio. Esta situación culminó en un golpe de estado en 1970. Liderado por el general Lon Nol y apoyado por Estados Unidos, que alineó a Camboya con el bloque anticomunista, provocando una profunda crisis política y militar.

El golpe de estado de Lon Nol proporcionó a los Jemeres Rojos, liderados por Saloth Sar (más tarde conocido como Pol Pot), la oportunidad de presentar su lucha como una campaña de liberación nacional. Aprovechando el vacío de poder y el creciente descontento popular, los Jemeres Rojos comenzaron a consolidar su poder en las zonas rurales del país.

Intervención de Estados Unidos y la escala del conflicto

A partir de 1969, la intervención de Estados Unidos en Camboya se intensificó dramáticamente con una serie de bombardeos secretos destinados a destruir las bases del Vietcong en el noreste de Camboya. Estos bombardeos, que continuaron hasta 1973, fueron realizados sin una declaración oficial de guerra contra Camboya, lo que los convirtió en una acción controvertida y legalmente cuestionable. Durante estos cuatro años, Estados Unidos lazó más de 500.000 toneladas de bombas sobre Camboya, una cantidad mayor que la utilizada en Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Se estima que estos ataques causaron la muerte de 600.000 camboyanos y contribuyeron a aumentar el apoyo popular a los Jemeres Rojos entre las comunidades rurales que fueron devastadas por los bombardeos.

El ascenso de los Jemeres Rojos

El fortalecimiento de los Jemeres Rojos fue simultáneo a la creciente debilidad del régimen de Lon Nol, cuyas fortalezas militares eran incapaces de contener la expansión de la guerrilla. En 1973, los Jemeres Rojos lograron controlar alrededor del 60% del territorio camboyano, marcando el comienzo de su avance decisivo hacia la capital, Nom Pen.

En 1974, capturaron la antigua capital de Udong, un evento que preludió la caída de Nom Pen el 17 de abril de 1975. Este día, la capital de Camboya, asediada y agotada, cayó finalmente en manos de los Jemeres Rojos, marcando el fin de la guerra civil y el inicio de un nuevo régimen radical bajo el liderazgo de Pol Pot. La caída de Nom Pen fue recibida con esperanza por muchos camboyanos, que anhelaban el fin de la guerra, pero pronto se encontraron con un régimen que implementaría un programa de transformación social y económica draconiano.

El régimen de Pol Pot y el ‘Año Cero’

La toma del poder por los Jemeres Rojos marcó el inicio de un proceso de restauración radical de la sociedad camboyana. Pol Pot, quien ya había adoptado una postura de total aislamiento nacional y autosuficiencia económica, implementó políticas extremas que incluían la abolición del mercado, la disolución de las escuelas y la conversión forzada de la población urbana en trabajadores agrícolas. Este período, denominado como ‘Año Cero’ por Pol Pot, simboliza el inicio de una “purificación” de la sociedad, que buscaba erradicar cualquier vestigio de capitalismo, cultura occidental y religión.

Las atrocidades cometidas durante este periodo son bien documentadas, como lo ilustra Vicente Romero en su obra Pol Pot: El último verdugo, donde se describe la brutalidad del régimen y la visión utópica y distorsionada que tenía Pol Pot del comunismo. Según Romero, el régimen de Pol Pot llevó a Camboya a una catástrofe humanitaria sin precedentes, con millones de personas pereciendo bajo un sistema que buscaba crear una sociedad agraria idealizada, pero que en realidad se convirtió en una máquina de represión y muerte.

 

La Guerra Civil camboyana fue un conflicto devastador que no solo destruyó a Camboya, sino que también facilitó la creación de uno de los regímenes más brutales del siglo XX. El ascenso de los Jemeres Rojos y la posterior implementación de su visión radical de comunismo resultaron en una tragedia humanitaria de enorme magnitud, que todavía resuena en la memoria colectiva de Camboya y el mundo. La combinación de intervención extranjera, guerra civil y radicalismo ideológico condujo a una de las épocas más oscura en la historia contemporánea, cuyas consecuencias siguen siendo objeto de estudio y reflexión académica.


domingo, 18 de agosto de 2024

Historia y evolución de una fuerza militar de élite

 

Desde su creación en 1920, la Legión Española, originalmente conocida como el Tercio de Extranjeros, ha sido un pilar en la historia militar de España. Fundada por el ministro de la Guerra José Villalba Riquelme, con José Millán-Astray como su primer teniente coronel, esta unidad fue concebida para enfrentar las duras condiciones de los conflictos coloniales del norte de África, donde las tropas de reemplazo mostraban sus limitaciones. Inspirada en la Legión Extranjera Francesa, la Legión Española se convirtió en un cuerpo de soldado profesionales con un espíritu y moral únicos.

La legión fue oficialmente establecida el 28 de enero de 1920 mediante un Real Decreto, y su primera base fue situada en Ceuta, en la estratégica posición A, desde donde se controlaba el estrecho de Gibraltar. Este nuevo cuerpo, formado por voluntarios españoles y extranjeros, fue inicialmente estructurado en cuatro banderas, con un total de 4000 hombres. Bajo el mando de Millán-Astray y con Francisco Franco como jefe de la Primera Bandera, la Legión pronto demostró su valía en la Guerra del Rif (1920-1927), donde participó en numerosas acciones, incluida la célebre batalla de Alhucemas.

Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), la Legión alcanzó su máximo despliegue, con 18 banderas en activo, y se convirtió en una de las unidades clave del bando sublevado. Junto a las tropas de Regulares indígenas, la Legión fue decisiva en numerosas campañas, consolidando su reputación de fuerza implacable y altamente efectiva. Tras la guerra, la Legión se reorganizó, estableciendo tres tercios principales: el Gran Capitán en Melilla, el Duque de Alba en Ceuta, y el Don Juan de Austria en Larache.

La descolonización de África en las décadas de 1950 y 1960 trajo nuevos desafíos para la Legión, que se desplegó en Ifni y el Sáhara Español para enfrentar a las fuerzas insurgentes. Durante la Guerra de Ifni (1957-1958), la Legión jugó un papel crucial en el control de las insurrecciones y en las operaciones conjuntas con Francia en el Sáhara. En 1975, en medio de la tensión por la descolonización del Sáhara y la Marcha Verde, la Legión fue la última unidad española en replegarse del territorio, tras haber apoyado la evacuación de civiles y mantenido la defensa del territorio hasta el final.

La década de 1990 marcó un periodo de transformación para la Legión. Con la creación de la Brigada de Infantería Ligera Rey Alfonso XIII II en Almería en 1995, la Legión se adaptó a las nuevas exigencias militares. Esta reestructuración influyó la modernización de su sistema de reclutamiento, permitiendo la incorporación de soldados de origen hispanoamericano y ecuatoguineano, así como la admisión de mujeres en sus filas.

Desde entonces, la Legión ha participado en numerosas misiones internacionales de mantenimiento de la paz bajo el mando de la ONU, la OTAN y la Unión Europea. Desde Bosnia y Herzegovina en 1992 hasta Afganistán y Líbano en la década de los 2000, los legionarios han continuado demostrando su capacidad de adaptarse a los retos globales, consolidándose como una fuerza de élite moderna.

Hoy en día, la Legión Española mantiene su prestigio como una de las unidades más emblemáticas del Ejército de Tierra. Compuesta por los tercios Gran Capitán y Duque de Alba en Ceuta y Melilla, y la brigada Rey Alfonso XIII en Almería y el tercio Alejando Farnesio IV, la Legión sigue siendo un símbolo de la tradición militar española y un elemento clave en las operaciones de defensa y mantenimiento de la paz en todo el mundo. Su historia, marcada por la valentía y la dedicación, continúa inspirando a las nuevas generaciones de soldados que se unen a sus filas.

sábado, 10 de agosto de 2024

La unidad de élite que ha defendido los mares y tierras de España por más de cuatro siglos

 


Jesús Archivet

@JessMaroto2

 

En el vasto escenario de la historia militar, la Infantería de Marina de España brilla con un fulgor singular. No solo es la unidad de élite de la Armada Española, sino también la infantería de marina más antigua del mundo, con un linaje que se remonta al 27 de febrero de 1537, cuando fue creada por el rey Carlos I. Su origen se encuentra en los Tercios Viejos, tropas de infantería que, desde su concepción, se especializaron en la guerra naval y anfibia, marcando un hito en la historia militar global.

Nacimiento y consolidación

La creación de la Infantería de Marina bajo el mandato de Carlos I fue un hito que diferenciaba a estas tropas de sus predecesoras. Mientras que las unidades de infantería tradicionalmente se embarcaban de manera temporal para campañas específicas, la Infantería de Marina fue concebida para una dedicación exclusiva a las operaciones navales. Esta unidad fue inicialmente destinada a las escuadras de galeras del Mediterráneo, constituyendo una fuerza permanente y especializada en la proyección del poder naval desde el mar hacia la tierra.

El reinado de Felipe II supuso una evolución crucial en el concepto de operaciones anfibias. Fue durante esta época cuando se consolidó el concepto de “fuerza de desembarco”, con unidades asignadas específicamente para desembarcar y enfrentarse a las fuerzas terrestres enemigas. Un claro ejemplo de esta táctica fue el Tercio de la Armada del Mar Océano, que combatió heroicamente en la Batalla de Lepanto en 1571.

Reorganización y evolución

Con la llegada de los Borbones al trono español en el siglo XVIII, la organización militar sufrió una transformación significativa. Los legendarios Tercios fueron reemplazados por Regimientos, y en 1717, el Cuerpo de Batallones de Marina fue formalmente organizado, destacándose en diversas acciones militares en Europa y América. La misión de estos batallones se centró en la guarnición de buques y la ejecución de operaciones de desembarco, contribuyendo a la protección del poder naval español en distintos teatros de operaciones.

Durante este periodo, la Infantería de Marina se distinguió en numerosas campañas, incluyendo la defensa de La Habana en 1762 y la reconquista de Buenos Aires en 1806. Además, se reorganizó para adaptarse a las nuevas realidades estratégicas, pasando a ser conocida por un sistema ordinal en lugar de llevar el nombre de sus capitanes, reflejando una modernización acorde con las tendencias militares europeas de la época.

El siglo XIX y la Guerra Civil

El siglo XIX vio la creación del Real Cuerpo de Infantería de Marina en 1827, consolidándose como una fuerza expedicionaria que participó en campañas en América, África y Asia. Las guerras carlistas y ultramarinas demandaron un constante despliegue de estas unidades, que demostraron su valentía en numerosas acciones, como la heroica carga a la bayoneta en San Pedro Abanto en 1874.

La Guerra Civil Española supuso un duro golpe para la Infantería de Marina, con unidades combatiendo en ambos bandos. A pesar de la crisis que atravesó el cuerpo, la guerra reactivó su rol operativo, participando tanto en operaciones terrestres como navales.

Renacimiento en la época contemporánea

La Segunda Guerra Mundial y los conflictos subsiguientes revalorizaron la importancia de las operaciones anfibias. En España, esto llevó a una revitalización de la Infantería de Marina, que en 1957 recuperó su misión como fuerza de desembarco. La creación del Tercio de Armada en 1969 marcó un hito en la modernización del cuerpo, adaptándose a las complejidades técnicas y tácticas de las operaciones anfibias contemporáneas.

En las últimas décadas, la Infantería de Marina ha sido desplegada en misiones internacionales clave, desde Bosnia-Herzegovina hasta el Océano Índico, demostrando su capacidad operativa y su alto grado de adiestramiento. Las fuerzas anfibias españolas han sido reconocidas por su interoperabilidad y eficacia en operaciones multinacionales, consolidando su posición como una unidad de élite en el escenario militar global.

 

La infantería de Marina de España no es solo un testimonio viviente de la historia militar del país, sino un pilar fundamental de la defensa y proyección del poder naval español. Su evolución a lo largo de los siglos refleja la adaptación constante a las cambiantes demandas estratégicas, manteniéndose siempre en la vanguardia de las operaciones anfibias. Con una historia rica y una tradición de valor y sacrificio, la Infantería de Marina continúa siendo una fuerza clave en la defensa de España y sus intereses en el mundo.


jueves, 25 de julio de 2024

 

Las fortalezas del chavismo de cara a la reelección de Maduro en Venezuela

 



Jesús Archivet

 

En Caracas, el barrio 23 de Enero, bastión del chavismo, muestra su apoyo inquebrantable a Nicolás Maduro mientras Venezuela se prepara para las elecciones presidenciales del próximo domingo. La maquinaria chavista se despliega con vigor y convicción, alimentada por una identidad arraigada y un rechazo visceral a la oposición.

Maduro, al frente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), busca consolidar su liderazgo frente a Edmundo González Urrutia, respaldado por la figura radical de María Corina Machado. En este contexto, es crucial entender las fortalezas que han permitido al chavismo mantener su relevancia y apoyo popular a lo largo de los años.

El 23 de Enero no es solo un enclave chavista; es un microcosmos de la organización y movilización política que caracteriza al PSUV. Con una estructura que abarca desde la dirección nacional hasta las bases en cada calle, el partido ha logrado una penetración social única. Esta red de organizaciones sociales, consejos comunales y colectivos crea una base sólida que no solo apoya a Maduro, sino que también asegura una participación activa en las elecciones.

Iris Varela, dirigente histórica del chavismo, destaca la capacidad organizativa del PSUV, afirmando que están mejor preparados que nunca. Este nivel de organización no solo garantiza la movilización electoral, sino que también fortalece la identidad chavista en las comunidades.

El chavismo ha construido una identidad basada en la lucha y la resistencia. Los recuerdos de persecuciones y violencia durante gobiernos anteriores siguen vivos en la memoria colectiva del 23 de Enero. Esta memoria histórica no solo alimenta el apoyo a Maduro, sino que también refuerza el rechazo a una oposición vista como una amenaza.

Julio Garnique y Alexei Ramos, militantes del barrio, expresan un temor fundado en experiencias pasadas. La posibilidad de un gobierno opositor se percibe como un retorno a tiempos de represión y persecución, especialmente bajo el liderazgo de figuras como María Corina Machado. Esta narrativa fortalece el voto chavista, impulsado por un deseo de paz y estabilidad.

La economía venezolana, duramente golpeada en años anteriores, muestra signos de recuperación. Datos del crecimiento del 7% en el primer trimestre de 2024 y un pronóstico del 4% anual por parte de la CEPAL son indicadores alentadores. Este repunte económico se refleja en el aumento del comercio total y en un renovado espíritu emprendedor.

Susana Pérez Betancourt, vecina y productora audiovisual, relata cómo la crisis impactó profundamente en la comunidad. Sin embargo, también reconoce una mejora reciente en las condiciones económicas, que ha revitalizado el entorno social y comercial del 23 de Enero. Esta percepción de mejora económica refuerza el apoyo a Maduro, visto como el artífice de esta recuperación.

La campaña de Edmundo González Urrutia, con el respaldo de Machado, se enfrenta a una barrera significativa en los bastiones chavistas. La promesa de “reconciliación y encuentro” de la oposición no resuena en comunidades que asocian a la derecha con represión y exclusión.

El PSUV apuesta por una fuerte movilización, confiando en su maquinaria electoral y en una base de apoyo consolidada. La capilaridad de la organización chavista, desde los jefes de UBCH hasta los jefes de la calle, garantiza una presencia y activismo constante que la oposición difícilmente puede igualar.

En conclusión, las fortalezas del chavismo de cara a la reelección de Maduro radican en su sólida organización, identidad arraigada, memoria histórica y una recuperación económica palpable. Estas fortalezas no solo aseguran un apoyo constante, sino que también representan un obstáculo formidable para la oposición en su intento de desbancar al chavismo del poder en Venezuela.

jueves, 18 de julio de 2024

El legado de los canteros medievales: constructores de catedrales

 

 Jesús Archivet

 

La magnitud de las construcciones medievales

 

Entre los años 1050 y 1350, Europa vivió un impresionante auge en la construcción de catedrales, iglesias, monasterios y castillos. Sólo en Francia, durante este período se construyeron 80 catedrales y 500 iglesias, además de miles de iglesias parroquiales. La magnitud de estas obras es tal que en estos tres siglos se utilizó más piedra que en toda la historia del antiguo Egipto. La gran pirámide de Keops, con casi 147 metros de altura y más de 2.500.000 metros cúbicos de piedra, parece pequeña comparada con la cantidad de piedra utilizada en la construcción de las grandes catedrales europeas.

Las grandes catedrales no sólo se caracterizan por su altura y grandiosidad, sino también por sus cimientos, que en algunos casos alcanzan los 10 metros de profundidad, similar al nivel medio de una estación de metro parisina. Por ejemplo, la catedral de Ameins, con una superficie de 7.700 metros cuadrados, permitió que todos sus habitantes -unas 10.000 personas- asistieran a la misma ceremonia. En Notre-Dame de París podían congregarse 9.000 feligreses, casi toda la población de la ciudad en aquella época.

También es impresionante la altura de las naves y torres de estas catedrales. En el coro de la catedral de Beauvais, la bóveda se eleva 48 metros del suelo, permitiendo construir un edificio de 14 plantas antes de llegar a él. La aguja de la catedral de Chartres, construida en el siglo XII, se eleva hasta los 105 metros, lo que equivale a un rascacielos de 30 plantas, mientras que la torre de Estrasburgo alcanza los 142 metros, lo que correspondería a un edificio de 40 plantas.

Los artesanos de la piedra

A diferencia de las canteras del antiguo Egipto, de las que se sabe poco, disponemos de información detallada sobre los trabajadores de la Edad Media occidental. Documentos de la época revelan la identidad, estilo de vida y trabajo de estos artesanos. La guía de Santiago de Compostela, el Códice Calixtino del siglo XII, menciona a 50 artesanos que trabajaron en la catedral. En Westminster, en 1253, están documentados una media de 40 canteros trabajando en la catedral. La comuna de Siena, en sus estatutos de 1260, se comprometió a mantener permanentemente diez artesanos en los trabajos de la catedral, mientras que en Praga, a mediados del siglo XIV, trabajaban en la catedral una media de 15 a 20 albañiles o albañiles.

Estas informaciones revelan la organización del trabajo y la forma de vida de estos artesanos, incluida su reglamentación social y profesional. Mientras que los arquitectos gozaban de una posición social elevada, los masones contaban con ayudantes llamados famuli, así con la colaboración de técnicos de otros oficios: carpinteros, herreros, plomeros, vidrieros, pulidores y peones. En la abadía de Westminster, en mayo de 1253, trabajaban 39 canteros, 15 marmolistas, 26 albañiles-asentadores, 32 carpinteros, 2 pintores, 13 pulidores de mármol, 19 herreros, 14 vidrieros, 4 plomistas y 176 peones, totalizando 340 hombres.

Carpinteros y albañiles

El canónigo Hugues de Saint-Víctor, a mediados del siglo XII, distingue entre varias categorías de obreros. La arquitectura se divide en masonería cementaria, que incluye a los canteros (latomus) y a los albañiles (cementarios), y en la carpintería, que incluye a los carpinteros (carpentarios) y ebanistas (tignarios). La distinción entre latomus y cementarius parece corresponder a dos profesiones diferentes: el primero da forma a la piedra, y el segundo la coloca y une con mortero. Esta distinción se refleja en la lengua de cada país, aunque no siempre se respetaba estrictamente.

En el siglo XIV, en Inglaterra, se distingue entre freestone-mason, el albañil que trabaja la piedra blanda de adorno, y rough-mason, el albañil que trabaja la piedra más tosca y dura. La expresión freestone-mason se simplificó a free-mason, aludiendo a la calidad de la piedra. Se reconocen dos categorías de obreros: el masón superior o cantero, que trabaja la piedra, y el inferior o albañil, encargado de colocarla. Dentro de los canteros, se distingue entre quienes trabajan la piedra blanda de adorno y los que trabajan la piedra dura de sillería.

Un oficio itinerante

Los masones medievales no eran originarios de la región donde trabajaban. Dado lo especializado de su trabajo, se desplazaban a donde se les requería, incluso a regiones o países distintos. En la abadía de Vale Royal, los investigadores D.Knoop y G.P Jones encontraron que solo un 5-10% de los masones eran originarios de la zona. En Saint-Victor de Xanten, muchos obreros eran extranjeros. En Premontré, los masones franceses y alemanes trabajaban en lados opuestos de la iglesia, compitiendo entre sí.

Esta movilidad migratoria se evidencia en los signos lapidarios que permiten seguir el paso de los mismos equipos de trabajo en distintas obras. Estas migraciones se remontan a épocas muy lejanas. En Alemania, una carta del año 549 menciona el envío de masones italianos a Tréveris. Para la construcción del monasterio de Schildesche en Westfalia, en 940, se trajeron fabri murarii et cementarii de las Galias. El obispo Meinwerk de Perborn, a principios del siglo XI, construyó la capilla de San Bartolomé con trabajadores griegos.

Los arquitectos o maestros masones a menudo llevaban consigo a un número de obreros. En 1483, el alsaciano Niesenberg llevó a 13 compañeros a Milán para construir la cúpula de la catedral. Estos desplazamientos explican las influencias lejanas en algunas obras.

Obreros libres, siervos y monjes

Los obreros medievales eran generalmente de condición libre. Sin embargo, algunos textos antiguos mencionan vestigios de siervos trabajando en construcciones. En algunos monasterios, había conversos o legos (frates barbati) y oblatos (seglares) que desempeñaban oficios de la construcción. En Hirsau, según el abate Trithème, había unos 50 oblatos y 60 barbati. Federico II, en 1224, empleó conversos de abadías cistercienses para construir castillos y residencias.

No obstante, los conversos representaban un número reducido de los trabajadores. En Inglaterra, el rey recurrió en alguna ocasión al sistema de “presa”, una leva obligatoria para reclutar obreros, pero esto era excepcional.

Logias y cofradías

La movilidad y la independencia de los canteros medievales llevaron a la creación de logias, que originalmente eran recintos donde se reunían los masones. Estas logias se convirtieron en verdaderos gremios o gildas, reconocidas oficialmente y con derechos políticos. En Europa, existió una organización muy desarrollada, notablemente representada en la reunión de Ratisbona en 1459, donde se aprobaron los estatutos que constituían un código ético de la profesión.

Los estatutos de Ratisbona mencionan la jerarquía de maestros, compañeros y aprendices, y establecen normas éticas para los masones. Debían vivir según la fe cristiana, confesarse y comulgar al menos una vez al año, y los bastardos eran excluidos. Los masones itinerantes eran objeto de previsión particulares.

La vida del masón

La gran logia de Estrasburgo, que influyó significativamente en la organización profesional de los masones, presenta especial interés. En 1782, el canónigo Grandidier publicó un resumen de sus estatutos. Los masones de Estrasburgo diseñaban edificios y tallaban piedras, considerándose superiores a los albañiles comunes. Sus atributos y símbolos eran la escuadra, el nivel y el compás.

Los masones formaron un cuerpo independiente con palabras de contraseña y toques para distinguirse. Los aprendices, compañeros y maestros eran recibidos con ceremonias secretas. El aprendiz que se elevaba a compañero juraba no divulgar los secretos de la sociedad, y los maestros y compañeros tenían prohibido instruir a extranjeros en los estatutos de la masonería.

Cada logia tenía una caja para el dinero destinado a las necesidades de los hermanos pobres o enfermos. Los masones debían llevar una vida acorde con la fe cristiana. Quienes no cumplían con sus deberes religiosos o llevaban una vida libertina eran expulsados.

El legado de los constructores medievales

La construcción de las grandes catedrales medievales cesó, pero el mundo simbólico y ritual de las hermandades de constructores perduró. Sus jerarquías, ritos y signos fueron asimilados por sociedades secretas, preservando así el espíritu de fraternidad y compromiso que caracterizó a los constructores medievales.

 

Los canteros medievales, con su movilidad, especialización y organización, desempeñaron un papel crucial en la construcción de las grandes catedrales de Europa. Su legado va más allá de las piedras tralladas y las bóvedas elevadas: incluye una rica tradición de fraternidad, ética profesional y simbolismo que ha perdurado a lo largo de los siglos.

miércoles, 17 de julio de 2024

8 cosas que crees saber y que no son ciertas, según la ciencia

  

Jesús Archivet

 

La realidad a menudo es más sorprendente que la ficción, y en el ámbito de la ciencia, muchos “hechos” que creemos saber resultan totalmente falsos. ¿Qué es verdad y qué es mito? Aquí te presento ocho creencias comunes que la ciencia ha desmentido. Prepárate para sorprenderte.

 

1.    ¿Es cierto que el pez dorado tiene una memoria que dura 3 segundos?

Uno de los mitos más populares es que los peces dorados apenas recuerdan las cosas por tres segundos. Esta falacia ha perdurado durante décadas, difundida tanto en conversaciones informales como en redes sociales. Sin embargo, estudios científicos han demostrado que los peces dorados poseen una memoria sorprendentemente duradera, que puede abarcar semanas, meses e incluso años. Estos peces no solo pueden recordar a otros individuos de su especie después de largos períodos de separación, sino que también pueden ser entrenados para realizar actividades complejas. Lejos de ser olvidadizos, los peces dorados tienen una memoria que podría calificarse de excelente.

2.    Los chimpancés tienen más pelo que los humanos

Aunque los chimpancés parecen más peludos que los humanos, la realidad es que ambos tienen aproximadamente la misma cantidad de folículos pilosos. La diferencia radica en la textura y visibilidad del cabello. El vello humano es generalmente más fino y menos denso, lo que lo hace menos obvio. Los humanos tienen entre dos y cinco millones de folículos pilosos repartidos por el cuerpo, similar a otros primates. Así que, aunque a simple vista parezca que los chimpancés son más peludos, en realidad, solo es una cuestión de percepción.

3.    Si se te moja el móvil, sumérgelo en arroz

¿Quién no ha oído el consejo de meter el móvil en arroz si se moja? Aunque el arroz puede absorber algo de humedad, no lo hace lo suficientemente rápido para evitar la corrosión interna del dispositivo. Lo que realmente funciona es usar paquetes de gel de sílice, esos pequeños sobres que vienen en las cajas de zapatos y otros productos, ya que son mucho más efectivos para absorber la humedad rápidamente. Así que la próxima vez que tu móvil se moje, olvídate del arroz y busca gel de sílice.

4.    El agua conduje la electricidad

Contrario a la creencia popular, el agua pura es un mal conductor de electricidad. Lo que realmente conduce la electricidad en el agua son las impurezas, como las sales y los minerales. El agua del grifo, que contiene varios iones disueltos, sí es un buen conductor de electricidad, pero el agua destilada no lo es porque carece de los electrones libres necesarios para transferir corriente eléctrica. Así que, aunque manipular aparatos eléctricos cerca del agua siempre es peligroso, el peligro real proviene de las impurezas del agua, no del agua en sí.

5.    Las gaitas se inventaron en Escocia

Aunque las gaitas están fuertemente asociadas con la cultura escocesa, su origen se remonta a civilizaciones antiguas de Oriente Medio y Asia. Existen referencias a la gaita en textos antiguos de Turquía y Egipto. La conexión de las gaitas con Escocia probablemente se debe a la migración de romanos y celtas, quienes introdujeron este instrumento en la región. Así que, aunque hoy en día las gaitas sean un símbolo de la cultura escocesa, su invención tuvo lugar en tierras mucho más lejanas.

6.    Los murciélagos son ciegos

La idea de que los murciélagos son ciegos es un mito. Aunque estos animales usan la ecolocalización para navegar y cazar en la oscuridad, también tienen una visión bastante buena. Muchas especies de murciélagos pueden ver mejor que muchos otros mamíferos y pueden distinguir formas, contrastes e incluso algunos colores. Así que, a pesar de sus hábitos nocturnos, los murciélagos no son ciegos.

7.    Hay gravedad cero en el espacio

El término “gravedad cero” es engañoso. La gravedad existe en todas las partes del universo, aunque su fuerza varía. En el espacio, los astronautas experimentan microgravedad, no la ausencia total de gravedad. La microgravedad es la condición en que las fuerzas gravitatorias son muy débiles, lo que da la impresión de que no hay gravedad. Por lo tanto, la idea de que en el espacio hay gravedad cero es incorrecta.

8.    El cabello y las uñas siguen creciendo después de la muerte

Este mito médico sostiene que el cabello y las uñas continúan creciendo después de la muerte. Sin embargo, esto es falso. Lo que sucede es que, tras la muerte, la piel se deshidrata y se retrae, haciendo que el cabello y las uñas parezcan más largos. En realidad, cualquier proceso de crecimiento celular cesa poco después de la muerte. Por lo tanto, este fenómeno es solo una ilusión.

La ciencia continuamente desmiente mitos y creencias populares, demostrando que la verdad puede ser mucho más interesante que la ficción. La próxima vez que escuches uno de estos “hechos” comunes, recuerda que la realidad, respaldada por la ciencia, es mucho más fascina

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