La Revolución Rusa supuso el cambio drástico del gran
imperio de los zares en 1917 y creó el primer régimen comunista de la historia,
que constituyó un modelo de movimiento para muchos países del mundo.
Según
define la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en una de sus aceptaciones la revolución es ``un cambio profundo,
generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una
comunidad nacional´´. Como bien apunta la RAE esto es lo que ocurrió en plena
Guerra Mundial o, como algunos historiadores le llaman, Guerra Civil Europea. En una nación incapaz de sostener el gran peso de un conflicto bélico dio paso, en
febrero de 1917, a un precario régimen liberal-democrático. Meses más tarde, en
octubre este régimen fue derribado por el partido Bolchevique, liderado por
Vladímir Lenin. Una vez superadas las resistencias al dominio de la dictadura
bolchevique tras una cruenta guerra civil (1917-19123), el 30 de diciembre de
1922 se creaba la Unión de Repúblicas Soviéticas (U.R.S.S). Tras la muerte de
Lenin, el régimen comunista cayó en manos de Stalin quien, a pesar de cometer
uno de los genocidios más impactantes en la historia, convirtió la URSS en una
potencia mundial.
A comienzos de
siglo XX, Rusia continuaba regida por un régimen zarista, en especial la
dinastía Romanov, que gobernaba desde el siglo XVII, y ejercía todos los
poderes estales por derecho divino. Años antes de comenzar el siglo XX, en 1896
había sido coronado quien fuese el último zar, Nicolás II. Nicolás fue coronado
por el arzobispo metropolitano de la Iglesia ortodoxa rusa. Rusia a pesar de
ser un imperio inmenso y con un gran número de pobladores, también era una
bestia herida, cuyo atraso respecto a los otros países europeos era manifiesto.
Con una población, en su mayoría campesina. Algunas fuentes apuntan un total de 175 millones de
habitantes con una gran diversidad étnico-lingüística y religiosa.
El poder casi
absoluto del zar era apoyado por la burocracia civil y militar, ésta en suma
contaba con el poder del clero ortodoxo y la nobleza. Estos dos últimos grupos
sociales junto con la corona eran los propietarios de las tierras fértiles del
país. Y por supuesto, eran explotadas del mismo modo que en la Edad Media, por
latifundios. Los mujiks, campesinos pobres, trabajaban la tierra como
jornaleros o arrendatarios y sometidos a la voluntad de los grandes
propietarios. Existía también, otra clase social algo más elevada, los Kulaks,
conocidos también como los `campesinos ricos´.
Esta atrasada
estructura social era similar a su economía basada sustancialmente en una
agricultura poco productiva. Sin embargo, el gobierno zarista se atrevía a dar
sus primeros pasos en el proceso de industrialización gracias a la colaboración
del capital británico y francés. Como resultado se vio un sector industrial
concentrado en las ciudades más modernas, como Moscú, San Petersbusgo, y zonas
de Ucrania y la cuenca del Donetz, que daba empleo a millones de obreros. En este
entorno laboral, colmado de malas condiciones económicas, sanitarias y una
tendencia a la explotación humana, floreció junto con el proletariado una
pequeña y mediana burguesía comercial, profesional e industrial inspirada por
Occidente.
El lento pero
concentrado movimiento de cambio social y económica había conducido al
surgimiento de focos de oposición y denuncia al atrasado sistema político. Ya
desde el siglo XIX, el movimiento cultural conocido como <<Intelligentsia>>
criticaba el sistema ruso y difundía valores de renovación contra el parecer de
los sectores tradicionalistas. En el siglo XX las tensiones comenzaron a ir a
más porque los críticos del sistema habían incrementado su influencia en las
filas obreras y burguesas. Observado el plano político, surgieron muchos
partidos y movimientos políticos pidiendo una mayor apertura del régimen y
solicitando claramente una constitución y un modelo parlamentario de corte
europeo, aunque a pesar de ello, el zar se negó y tal decisión le costó ni más
ni menos que la propia vida. Al margen de la vida catastrófica del Zar, los
grupos políticos que surgieron no fueron pocos, y sus ideales fueron de los más
diversos.
El opositor
liberal, denominado Partido Constitucional Democrático o (cadete, por sus
iniciales en ruso) era favorable a una reforma orientada a seguir los pasos de
las monarquías parlamentarias de la Europa occidental. Este grupo fue apoyado
por las clases sociales más altas de Rusia.
La principal fuerza política residía en los
movimientos populistas (Makmo) de ideología anarquista que reivindicaban la
autogestión rural. Un paraíso sin estado, un paraíso sin opresiones. El grupo
anarquista era apoyado por los campesinos. Este grupo, en años anteriores,
nació como un grupo terrorista de vanguardia, quienes fueron protagonistas del
asesinato del zar Alejandro II en 1881. La fuerte represión policial sufrida le
llevó a cambiar la vía de acción y sus seguidores siguieron el camino de una
lucha pacífica, que en 1905 dio lugar a la creación del Partido Social
Revolucionario (eresitas), apoyado por a pequeña burguesía, intelectuales y
campesinos, cuyos objetivos eran reunir una asamblea constituyente para
instaurar una república y llevar a cabo un reparto de tierras.
El Partido más
simbólico, el que desde 1898 jugaba sus cartas en Rusia el Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso, inspirado en los principios establecidos por Karl Marx.
Apoyado por Intelectuales de la época y, en su mayoría, por obreros tenía en
sus filas a un joven Lenin que pisaba con fuerza en el terreno político a
principios del siglo XX. En este partido se originó una tránsfuga que dio
origen a los Mencheviques, liderados por Mártov, partidarios de una fase de
capitalismo económico y sistema liberal, previa a una instauración del
socialismo y, por otro lado, los Bolcheviques, encabezados por Lenin,
partidarios de instaurar inmediatamente el socialismo.
La
Revolución de octubre de 1917
Tras un previo
golpe revolucionario, en la capital imperial de Petrogrado -San Pertersburgo-
en febrero de 1917 (marzo en el calendario occidental), se fue amasando las
ideas que trajo de su exilio en Suiza, Lenin. Esta primera revolución del año
fue un auténtico calvario. El pueblo ruso se manifestaba de manera espontánea
exigiendo alimentos. Para sorpresa de estos desfavorecidos, vieron como
respuesta una acción violenta por parte del ejército zarista para reprimir sus
actividades. En esta primera revolución de invierno, se logró la abdicación del
zar Nicolás II y el establecimiento de una república democrática.
En el verano
ruso de 1917, el Partido Social Revolucionario, los eseritas, llevaron a cabo
un golpe de Estado liderado por Kereski, cuyo final fue un fracaso. El hambre
persistía y el desprestigio del gobierno de Kerenski era patente en aquellos
días. El ambiente estaba cargado de protestas y mal estar ciudadano por lo que
explotó la burbuja en un nuevo movimiento revolucionario, meses más tarde. El
25 de octubre (7 de noviembre en el calendario occidental), las milicias
bolcheviques con apoyo de los marinos del ejército naval de Krondstadt,
asaltaron el Palacio de Invierno de Petrogrado. A un mismo tiempo, los
bolcheviques se apoderaron de los puntos estratégicos de la ciudad, se veían
rojos en las casas de correos, lugares de teléfonos, fabricas eléctricas,
estaciones, bancos. Andar por la ciudad conllevaba visualizar el éxito
comunista.
A pesar de haber
instituido el poder bolchevique sobre la inmensa Rusia, Lenin tuvo que afrontar
el problema de falta de apoyo por parte de su pueblo. En las pasadas elecciones
a la Asamblea Constituyente convocadas antes de octubre con una participación de
41.686.876 votantes indicaban un contundente éxito del Partido Socialista
Revolucionario (eseristas) con un 41% de los votos, frente al 23,5% de los votos
obtenidos por los bolcheviques a los que seguirían el resto de los partidos.
Observando tales resultados, Lenin, tozudamente, estaba indispuesto a compartir
el poder, lo ambicionaba y quería lograrlo por la fuerza o través de negociones
con los vencedores en las urnas. Así una vez inaugurada la Asamblea
Constituyente, en enero de 1918 ordenó su disolución y confirmó que el único
poder en Rusia debía ser el Gobierno bolchevique, también conocido como el
``Consejo de Comisarios del Pueblo´´.
Según reza el
decreto de disolución redactado por Lenin, no había cabida en la nueva Rusia
para ``el viejo parlamento burgués, que es absolutamente incompatible con las
tareas de la realización del socialismo, porque solamente los organismos de
clase son capaces de quebrantar la resistencia de las clases poseedoras´´. Y
añadía, frente a los ideales democráticos, de que asomaba una represión frente
a los opositores del régimen comunista. Por tanto, los bolcheviques constituirían
``la dictadura del proletariado, como instrumento de clase para granjearse la
adhesión de la mayoría de los trabajadores´´.