Las
fortalezas del chavismo de cara a la reelección de Maduro en Venezuela
Jesús Archivet
En Caracas, el barrio 23 de Enero, bastión del chavismo,
muestra su apoyo inquebrantable a Nicolás Maduro mientras Venezuela se prepara para
las elecciones presidenciales del próximo domingo. La maquinaria chavista se
despliega con vigor y convicción, alimentada por una identidad arraigada y un
rechazo visceral a la oposición.
Maduro, al frente del Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), busca consolidar su liderazgo frente a Edmundo González Urrutia,
respaldado por la figura radical de María Corina Machado. En este contexto, es
crucial entender las fortalezas que han permitido al chavismo mantener su
relevancia y apoyo popular a lo largo de los años.
El 23 de Enero no es solo un enclave chavista; es un
microcosmos de la organización y movilización política que caracteriza al PSUV.
Con una estructura que abarca desde la dirección nacional hasta las bases en
cada calle, el partido ha logrado una penetración social única. Esta red de
organizaciones sociales, consejos comunales y colectivos crea una base sólida
que no solo apoya a Maduro, sino que también asegura una participación activa
en las elecciones.
Iris Varela, dirigente histórica del chavismo, destaca la
capacidad organizativa del PSUV, afirmando que están mejor preparados que
nunca. Este nivel de organización no solo garantiza la movilización electoral,
sino que también fortalece la identidad chavista en las comunidades.
El chavismo ha construido una identidad basada en la lucha y
la resistencia. Los recuerdos de persecuciones y violencia durante gobiernos
anteriores siguen vivos en la memoria colectiva del 23 de Enero. Esta memoria
histórica no solo alimenta el apoyo a Maduro, sino que también refuerza el
rechazo a una oposición vista como una amenaza.
Julio Garnique y Alexei Ramos, militantes del barrio, expresan
un temor fundado en experiencias pasadas. La posibilidad de un gobierno
opositor se percibe como un retorno a tiempos de represión y persecución,
especialmente bajo el liderazgo de figuras como María Corina Machado. Esta
narrativa fortalece el voto chavista, impulsado por un deseo de paz y
estabilidad.
La economía venezolana, duramente golpeada en años
anteriores, muestra signos de recuperación. Datos del crecimiento del 7% en el
primer trimestre de 2024 y un pronóstico del 4% anual por parte de la CEPAL son
indicadores alentadores. Este repunte económico se refleja en el aumento del
comercio total y en un renovado espíritu emprendedor.
Susana Pérez Betancourt, vecina y productora audiovisual,
relata cómo la crisis impactó profundamente en la comunidad. Sin embargo,
también reconoce una mejora reciente en las condiciones económicas, que ha revitalizado
el entorno social y comercial del 23 de Enero. Esta percepción de mejora económica
refuerza el apoyo a Maduro, visto como el artífice de esta recuperación.
La campaña de Edmundo González Urrutia, con el respaldo de
Machado, se enfrenta a una barrera significativa en los bastiones chavistas. La
promesa de “reconciliación y encuentro” de la oposición no resuena en
comunidades que asocian a la derecha con represión y exclusión.
El PSUV apuesta por una fuerte movilización, confiando en su
maquinaria electoral y en una base de apoyo consolidada. La capilaridad de la organización
chavista, desde los jefes de UBCH hasta los jefes de la calle, garantiza una
presencia y activismo constante que la oposición difícilmente puede igualar.
En conclusión, las fortalezas del chavismo de cara a la reelección
de Maduro radican en su sólida organización, identidad arraigada, memoria
histórica y una recuperación económica palpable. Estas fortalezas no solo
aseguran un apoyo constante, sino que también representan un obstáculo formidable
para la oposición en su intento de desbancar al chavismo del poder en
Venezuela.
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