jueves, 18 de septiembre de 2025

Idealismo alemán


 Últimamente estoy leyendo mucha filosofía, porque me apasiona. En especial, estoy leyendo filosofía germánica. Y hay algo en esos textos, en esas páginas densas y aparentemente lejanas, que me transportan a un tiempo donde las ideas eran verdaderos terremotos culturales. El Idealismo alemán surge en un momento convulso. Un mosaico de reinos y principados en plena efervescencia histórica, sacudido por la Revolución Francesa, por la aparición de la ciencia moderna y por el ansia de comprender al ser humano en su totalidad. No era solo filosofía, era una auténtica revolución del pensamiento. Kant abre el camino con su crítica, con esa precisión quirúrgica que disecciona los límites de la razón. Nos enseña que el mundo que creemos ver no es simplemente un reflejo de lo que está ahí fuera, sino el resultado de una estructura mental que ordena y filtra la realidad. A partir de ahí, nada volvió a ser lo mismo.

Después llega Hegel, con su torrente desbordado de palabras y conceptos. En él, la historia entera se convierte en un proceso dinámico, una dialéctica en la que cada paso, incluso el más trágico, es parte de un movimiento hacia una forma superior de libertad y conciencia. La historia como un organismo vivo, como un espíritu que se desarrolla a través de nosotros. Y en paralelo, Schelling, que mira hacia la naturaleza y la descubre no como un objeto muerto, sino como un ente creador, una fuerza viva en la que late el mismo impulso del espíritu. En su mirada, los bosques, los ríos, las montañas y el hombre forman una unidad sagrada.

Al leerlos siento que no estoy ante tratados polvorientos, sino ante visiones que iluminan. Ellos no solo reflexionaban, sino que, exploraban los confines de la mente, abrían puertas hacia dimensiones ocultas de la realidad. El Idealismo alemán es, en el fondo, una invitación a reconocernos como participantes activos en la creación del mundo. No somos meros espectadores, somo arquitectos de la realidad que habitamos.

Y es ahí donde todo cobra un sentido fascinante. La filosofía se convierte en un mapa, en una guía que nos recuerda que la mente humana no es solo un espejo pasivo, sino una fuerza generadora, capaz de transformar la historia, la naturaleza y el destino mismo de nuestra especie.

Jesús Archivet Maroto

miércoles, 17 de septiembre de 2025

DIOS NO BAILA A NUESTRO RITMO

 



Hace unos días escuché a un anciano en una plaza hablar solo. Tenía el rostro marcado por los años, la mirada perdida en un horizonte que parecía no pertenecer a este mundo. Murmuraba frases que casi nadie entendía, mientras a su alrededor los jóvenes reían, los niños corrían y los adultos se apresuraban mirando sus móviles. Nadie lo escuchaba.

Me quedé un momento observándolo y me pregunté si en sus palabras había una verdad escondida. Un eco de lo que hoy no queremos oir. En aquel instantante comprendí lo que dice el Evangelio, vivimos en una sociedad que pide señales, pero que nunca está satisfecha. Juan, el Bautista, fue demasiado austero, Jesús demasiado cercano. Siempre hay una excusa para no escuchar, siempre un motivo para dudar, siempre un dedo acusador que evita mirar hacia adentro.

Lo fascinante es que esta misma historia se repite en nosotros. Queremos que Dios se acomode a nuestros deseos. Esperamos que dance con nuestra música, que llore con nuestras tristezas, que aplauda nuestras victorias. Y cuando no lo hace, lo cuestionamos. Lo acusamos y lo descartamos.

Pero la Sabiduría divina no se adapta a nuestros caprichos. Ella se mueve en otra frecuencia. Y el que no afina su corazón, se la pierde.

La pregunta es incómoda pero necesaria. ¿No seremos nosotros esa generación que Jesús describió? Esa que, atrapada en la queja y en la crítica, termina por no reconocer a Juan ni a Cristo. Ni al Dios austero ni al Dios cercano. El reto de hoy es dejar de esperar que la vida actúe según nuestro guion y atravernos a escuchar lo que parece un murmullo perdido en la plaza. Porque quizá en ese murmullo este Dios llamando a nuestro corazón.

El mundo actual está lleno de ruido, de titulares escandalosos, de voces que prometen sentido y nos deja vacíos. Pero la Sabiduría se reconoce no en el grito, sino en la vida que florece cuando alquien escucha de verdad.

Cristo sigue viniendo a nuestras mesas, sigue entrando en nuestros desiertos, sigue buscando un oído atento. Y la pregunta es clara, tan clara como urgente. ¿Tendrás el coraje de escucharlo aunque no suene como tú esperabas?

sábado, 13 de septiembre de 2025

Lo que Jesús nos reveló sobre la muerte y que aún ignoramos

 


Cuando nos acercamos a los dichos de Jesús registrados en el Evangelio, nos encontramos con una enseñanza que trasciende lo meramente doctrinal y nos introduce en los límites de lo humano y lo divino. En el pasaje donde Cristo se despide de sus discípulos, dice "no se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas...". Este mensaje, en apariencia sencillo, es en realidad un mapa de la conciencia humana ante la muerte y la eternidad.
Los discípulos, en su humanidad, están turbados. El maestro que les ha guiado, que ha iluminado sus vidas y que ha sido referencia constante, está a punto de desaparecer de su mundo físico. La oscuridad se cierne sobre ellos. La noche de la existencia parece cerrarse y sus corazones tiemblan ante la fragilidad de la vida. Pero Jesús no les ofrece consuelo superficial, les revela un principio profundo. La confianza.
En la tradición hebraica, la palabra que tradujimos en su día como "creer" debería entenderse más bien como "confiar". Confiar implica un abandono activo, un dejarse sostener por la realidad misma, un reconocimiento de que la vida está custodiada por una inteligencia suprema. La muerte deja de ser un fin cuando se entiende que somos acogidos por esa casa del Padre, y que las moradas que nos prepara Jesús no son un espacio físico, sino un estado de conciencia en el que cada ser encuentra su lugar.
Aquí se manifiesta un fenómeno que trasciende cualquier dogma. La confianza es luz que ilumina sin distinciones. Como una lámpara que no decide qué iluminar, la confianza ilumina la vida, la muerte, al amigo y al enemigo, lo divino y lo humano. No es propiedad de una religión ni de un credo, es un don que transforma la percepción misma de la existencia. En este sentido, cuando Jesús afirma "yo soy el camino, la verdad y la vida", no habla de su persona histórica, sino del principio interior que conecta la vida ordinaria con la extraordinaria, la mente con la conciencia, lo temporal con lo eterno.
Tomás, el discípulo más inocente, le formuló una pregunta que revela el corazón del misterio. "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?" La respuesta de Jesús, "Yo soy el camino", nos enfrenta al secreto más radical. La presencia de Dios habita en nuestro corazón. No necesitamos buscar intermediarios, porque Cristo mismo nos abre el camino, la puerta se descubre a través de la oración, la meditación y la experiencia sincera de su amor. Aquí, la muerte deja de ser un final absoluto y se convierte en el paso hacia la vida plena en Dios, donde se realiza nuestra verdadera esencia en unión con Él.
La vida y la muerte, desde esta perspectiva, son solo dos caras de una misma realidad. La muerte no destruye lo esencial, disuelve únicamente la forma temporal, permitiendo que la vida, que es consciencia, continúe expandiéndose. Como afirma Jesús, la separación es aparente. "Yo estoy en mi Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros". La muerte del cuerpo físico no interrumpe esta conexión, quien ha entrado en la comprensión del Yo eterno, quien ha experimentado la confianza y el amor que trasciende la temporalidad, sigue participando de la luz divina incluso más allá de la apariencia física.
El discípulo que confía y ama no se queda en la dependencia, sino que, se transforma. La relación entre maestro y discípulo se convierte en un instrumento de transformación universal. A través del amor, el discípulo se disuelve en el maestro y, a través del maestro, en Dios. Jesús nos revela otra trinidad. Discípulo, Maestro y Dios, entrelazados en un flujo continuo de conciencia y vida eterna.
Jesús, antes de marchar, entrega la paz. "La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, sino como yo os la doy". Esta paz no es negociable ni transaccional. No es un acuerdo, no es un trueque, ni tampoco puede ganarse o perderse. Es la manifestación del amor incondicional que permanece incluso ante la muerte. Para aquel que confía, la muerte no es un enemigo, sino la entrada a la auténtica vida, al misterio de la eternidad que late en cada ser humano.
Así, la enseñanza más profunda de Jesús no está en la forma, no está en los ritos, sino en la experiencia directa de la vida eterna, en la comprensión de que la muerte es solo un umbral hacia lo divino. En la medida que nos abrimos a esta luz, nos convertimos en testigos de la resurrección constante. La resurrección no como un evento histórico, sino como la transformación de la conciencia ordinaria en extraordinaria, de lo humano en divino, del fin aparente en eternidad.

jueves, 21 de agosto de 2025

Soledad en tiempos de productividad

 


Lo que os traigo hoy no es porque me haya metido en una secta ni mucho menos, sino porque como cristiano y persona con demasiadas horas de introspección, me paso gran parte del día dándole vueltas a la cabeza. Y hoy, no sé si por la mala noche o por la gracia del Espíritu, me he levanto inspirado. Así que allá voy. Paciencia, porque esto tiene más densidad que un sermón medieval, pero espero que al final os arranque no solo una lágrima, sino también un par de preguntas serias.

Decía Pascal que “toda la desgracia de los hombres proviene de no saber quedarse tranquilos en una habitación”. Siglos después seguimos igual, solo que, con WiFi, Instagram y un smartwatch que nos recuerda cada tres horas que no caminamos lo suficiente para ser “felices”.

Vivimos en un mundo obsesionado con producir, con rendir, con demostrar que somo alguien a través de likes, abdominales y objetos que pronto acabarán en Wallapop. Nos han convencido de que el valor de nuestra vida se mide en productividad, en dinero, en experiencias publicables. Pero mientras nuestra agenda rebosa, nuestro corazón se vacía. Y de pronto nos encontramos solos, terriblemente solos, en medio de un ruido que no deja de sonar.

La Biblia no se anda con rodeos. “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” (Mc 8,36). No se puede decir más claro. Ganamos productividad, estatus, reconocimiento y a cambio perdemos lo único que no se puede reponer en Amazon Prime. El alma.

San Agustín, que sabía lo que era perderse en los vicios y buscar consuelo en lo mundano, lo dijo con esa frase que debería grabarse en la puerta de los gimnasios y oficinas. “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Ahí está el problema. Queremos saciar nuestra sed con refrescos que solo dan más sed. Llenamos la agenda, vaciamos el alma.

El mundo occidental ha declarado a Dios desempleado. Lo hemos jubilado prematuramente y lo hemos sustituido por lo que Nietzsche llamaría “ídolos de barro”. La fama, el físico, la fiesta eterna, el consumo. Pero ocurre lo mismo que en una discoteca a las 6 de la mañana. Luces encendidas, música apagada y todos nos damos cuenta de que la euforia era puro maquillaje.

¿Y qué queda cuando se acaba el ruido? La soledad. Esa soledad que ya no se disfraza con filtros ni con productividad. Esa soledad que nos enfrenta a la pregunta que nadie quiere hacerse. ¿Quién soy yo cuando no produzco, cuando no tengo éxito, cuando nadie me aplaude?

Aquí es donde el Evangelio se convierte en un bofetón lleno de ternura. Porque Cristo no recuerda que no somos esclavos de la productividad, sino hijos. Y que la vida no consiste en demostrar nada al mundo, sino en dejarnos amar. Él mismo buscaba el silencio, se retiraba a orar, porque sabía que sin esa raíz, todo lo demás es humo.

La paradoja de nuestro tiempo es cruel. Nunca hemos tenido más medios para comunicarnos, y nunca nos hemos sentido tan solos. Nunca hemos tenido más estímulos, y nunca hemos estado más vacíos. Somos como Marta, afanados y nerviosos por mil cosas, pero olvidando lo único necesario.

El camino hacia afuera nos deja exhaustos. El camino hacia dentro, hacia Dios, nos devuelve a casa. Ahí la productividad ya no importa, ahí no hay ranking, ahí no se mide el alma en rendimiento.

Quizá el gran escándalo de hoy no se la fe, sino la ternura. En un mundo que nos pide ser máquinas, Jesús nos recuerda que somos hijos. En un mundo que nos mide por lo que hacemos, Dios nos ama por lo que somos. Y esa certeza, que muchos llaman ingenuidad, es la única que puede salvarnos de esta soledad disfraza de éxito.

Al final, la pregunta no es cuánto hemos producido, sino cuanto hemos amado. Porque lo demás se desvanecerá como humo en el aire. Pero el amor, diría San Pablo, nunca pasa.

Y sí, probablemente mientras lees esto, tu móvil ya te ha notificado tres correos del trabajo. No pasa nada, Respira. Haz silencio. Porque quizá en ese silencio no te encuentres solo, sino acompañado por el Único que nunca abandona.

 

viernes, 8 de agosto de 2025

¿Cuál es la isla más grande del mundo?

 

¿La isla más grande del mundo? Pues no, no es Hawái, ni Mallorca, ni esa isla que siempre confundes con una nube cuando la ves en el mapa. Es Groenlandia, ese gigante helado que parece sacado de una peli de ciencia ficción o del congelador de tu abuela.

Groenlandia mide más de 2 millones cuadrados, lo que viene a ser como poner España, Francia, Alemania, Italia y Portugal juntos, y aún sobraría espacio para bailar un botellón gigante. Eso sí, la mayoría de esa isla está cubierta de hielo, porque si no, sería demasiado buena para ser verdad.

Su nombre viene del vikingo Erik el Rojo, que, para atraer a más colonos, decidió llamarla “Tierra Verde” en plan marketing adelantado. Spoiler: la mayor parte es más blanca que un yogurt sin azúcar.

Geográficamente, está en América del Norte, pero políticamente pertenece a Dinamarca, así que es como un invitado extranjero que no se va nunca de la fiesta.

Así que ya sabes, la próxima vez que alguien te pregunta por la isla más grande, suelta Groenlandia y déjale pensando si no le habías engañado toda la vida con islas de tamaño mini.

¿Cómo nació el pueblo Mexica?

 

Imagina esto. Un grupo de viajeros nómadas que viene de Aztlán (ese mítico lugar que difícilmente encuentras en Google Maps) recibe una llamada divina. El dios Huitzilopochtli les dice que se borren sus nombres antiguos y que se llamaran Mexica. Además, les encarga encontrar su nuevo hogar. Tras varias idas y venidas, llegan al Lago de Texcoco y montan Tenochtitlan, una ciudad flotante que era como Venecia, pero con pirámides y más caos organizado.

Resulta que estos tipos eran tan cosmopolitas como obsesos del entrenamiento extremo. Montaban batallas rituales llamadas Guerras Floridas solo para conseguir prisioneros con los que hacer sacrificios que creían mantener a los dioses contentos. Nada de invasiones ni dominar por territorios, era todo muy pactado, con fuego de incienso, guerreros adornados, reglas claras y un solo objetivo. ¡Corazones frescos!

En paralelo, mientras la gente entrenaba para ser los primeros en ser capturados (porque morir sacrificados era como ganarse un pase VIP al cielo), los ingenieros mexicas estaban construyendo un sistema hidráulico digno de admirar. Dos acueductos de varios kilómetros hechos de terracota traían agua fresca desde los manantiales de Chapultepec hasta su ciudad lacustre. Uno fue destruido por una inundación, y el siguiente, levantado por  Neahualcóyotl, era tan robusto que permitía que el agua fluyera sin interrupciones mientras por abajo navegaban canoas como si fueran cales tipo Venecia nivel harcore.

¿Cómo nació el Art Nouveau?

Cartel de Alphonse Mucha. Cigarrillos Paris

                                                     Cartel de Alphonse Mucha. Cigarrillos Paris


A finales del siglo XIX, en pleno subidón de fábricas, humo y máquinas que hacían “chucuchucu” a un grupo de artista se les encendió la bombilla: “Oye, ¿y si en vez de tanto hierro feo llenamos el mundo de curvas, flores y cosas que parezcan sacadas de un sueño raro?”. Y así, sin pedir permiso, nació el Art Nouveau, que en Francia llamaban así, en España Modernismo, en Alemania Jugendstill. Vamos que cada uno lo bautizó como quiso, como si fuera un hijo secreto.

La cosa era simple. Poner belleza de en todo. En las artes gráficas, aquello fue una fiesta. Carteles, tipografías, ilustraciones… todo empezó a retorcerse con líneas onduladas, colores suaves y mujeres que parecían ninfas recién salidas de un bosque mágico. Fue como pasar del Windows 95 al Photoshop, pero en 1895.

Los grandes nombres se lo tomaron muy enserio. Alphonse Mucha, que con un cartel te vendía cigarrillos o teatro como si fuera la última maravilla del universo; Hector Guimard, que convirtió las bocas del metro de París en plantas mutantes; y Klimt, que te pintaba oro, flores y mujeres divinas como si fuera fácil. Y luego estaba Aubrey Beardsley, el que se saltó el “todo bonito” y metió erotismo, humor negro y mala leche en sus dibujos, hasta el punto de que hoy lo pondrían en la lista negra de Facebook.

El Art Nouveau vino a decir que el arte no era solo para los museos, que podía estar en una barandilla, en tu taza de café o en la etiqueta de una botella. Y lo hizo con tanto estilo que, más de un siglo después, todavía miras un póster de Mucha y piensas que es bonito y no hace falta enchufarlo a la luz.

jueves, 7 de agosto de 2025

¿Dónde están los hombres? Reflexión sobre la masculinidad en tiempos líquidos

 


“Un hombre no nace, se forja”, dijo, posiblemente, un romano. Vivimos en una época en la que los referentes masculinos no son héroes, pensadores, guerreros ni líderes. No. Hoy ser hombre es, como mucho, saber abrir una cuenta de TikTok y decir que te “identificas” como un unicornio vegano y lunar. Pero cuidado. No te atrevas a llevar la contrario o te cancelan. Estamos ante una masculinidad diluida, descafeinada, domesticada. Y peor aún, avergonzada de ser lo que es.

Si uno repasa la historia, pero de verdad, no con gafas moradas, descubre que el concepto de hombre ha estado íntimamente ligado a la virtud, la responsabilidad y el carácter.

Los griegos tenían el areté. Excelencia, virtud, dominio de uno mismo. Ser hombre no era simplemente tener barba o voz grave. Era tener honor, sabiduría y agallas. Leónidas no pidió permiso para ser varón; lo fue en cada gesto, en cada decisión. Y no se identificaba como “líder espartano no binario” cuando iba al combate.

En Roma, el ideal de vir (de ahí viene “virtud”, por cierto) era el del ciudadano que servía a la res publica (quien no sepa lo que es, que lo busque), educaba con el ejemplo y prefería la muerte al deshonor. Séneca, Cicerón o Marco Aurelio no necesitaban una cuenta de OnlyFans para validar su autoestima.

Y luego llegaron los siglos. Hombres como Carlomagno, Cervantes, Garibaldi, Dostoievski, San Juan de la Cruz, Bolívar, Marx… Todos distintos, sí, pero con cosas en común. El carácter, la fortaleza y un proyecto de vida. Hombres que construían, lideraban y guiaban. Ahora, en cambio, no.

Hoy nos venden que la masculinidad es tóxica. Que ser hombre está mal. Que, si tienes una voz firme, ya eres opresor. Que, si quieres formar una familia y educar a tus hijos con valores, eres facha. Y si no te apuntas al bingo del género fluido, te acusan de intolerante. La figura del padre se ha convertido en un adorno. El referente masculino ha pasado de ser Alejandro Magno a ser un influencer que hace bailes con filtro de mariposas. Vamos, que, si Aristóteles viviera hoy, estaría tomando Diazepam por prescripción Woke.

Mientras tanto, los chavales crecen sin dirección. Sin brújula moral. Sin ejemplos. Y con una escuela que les repite que ser hombre está mal, que deben reprimir su instinto, pedir perdón por existir y dejarse vestir de princesa “porque es inclusivo”. Vamos a decirlo claro.  No se trata de volver a un machismo rancio y chabacano. No se trata de prohibir el llanto ni imponer el silencio. Pero tampoco de borrar al varón ni disolver su identidad con un cóctel hormonal de color arcoíris.

La masculinidad es necesaria. No por nostalgia, sino por biología, cultura e historia. Un hombre equilibrado es el que protege, construye, dirige con firmeza y ama con entrega. No el que se peina con glitter y pregunta a Chat GPT como seducir con lenguaje neutro. ¿Dónde está el hombre que da un paso al frente cuando todo el mundo se esconde? ¿Dónde está el hombre que cuida sin avergonzarse, que forma sin pedir perdón, que educa sin pedir permiso? La respuesta es: lo están matando. Culturalmente. Desde los medios, desde las escuelas, desde la “nueva masculinidad” que, más que nueva, es neutra y cobarde.

El progresismo actual, ese que se disfraza de empatía y solo escupe dogmas vacíos, no quiere hombres. Quiere sombras. Sujetos manipulables. Consumidores emocionales que pidan permiso para respirar. Ni héroes, ni padres, ni líderes. Súbditos. Y, además, con pulsera feminista y camisa de lino unisex. Criticar esto no es de ser facha. Es de ser coherente. Es tener memoria histórica. Es tener conciencia de lo que estamos perdiendo. Porque cuando no hay hombres, tampoco hay mujeres. Ni familias. Ni comunidad. Ni futuro.

Ser hombre hoy, con virtud, con propósito, con amor al deber, es casi un delito. Pero también una necesidad. Hace falta rescatar la figura del hombre que no se esconde. Que no pide perdón por existir. Que sabe cuándo hablar, cuando callar y cuándo actuar. Que construye, que educa, que guía. Que da la cara. No queremos hooligans borrachos, ni tiranos del sofá. Pero tampoco queremos niños grande con miedo a la realidad.

 

 

miércoles, 19 de marzo de 2025

Señor, dame paciencia

 

Ficha técnica:

Título: Señor, dame paciencia

Año: 2017

Director: Álvaro Díaz Lorenzo

Género: Comedia

Nacionalidad: España

Duración: 91 minutos

 

Esta película, pese a no ser una obra maestra del cine, sigue siendo una opción ligera para disfrutar en familia. Su mezcla de humor y temáticas contemporáneas, como las diferencias ideológicas y generacionales dentro de una familia, la convierten en una propuesta interesante de analizar dentro del cine de comedia española

Señor, dame paciencia sigue la historia de Gregorio (Jordi Sánchez), un hombre de mentalidad cerrada y carácter conservador, que tras la repentina muerte de su esposa Marisa (Rossy de Palma) debe enfrentarse a un fin de semana con sus hijos y parejas, todas radicalmente opuestas a sus valores. El viaje al sur de España para esparcir las cenizas de su mujer se convierte en un choque cultural y generacional que lleva al protagonista a cuestionarse sus prejuicios y formas de ver la vida. Con situaciones cómicas y momentos de tensión disfrazados de humor, la película busca transmitir un mensaje de tolerancia y aceptación.

La película sigue la línea de otras comedias familiares como Ocho apellidos vascos (2014) y Ocho apellidos catalanes (2015), donde se exploran las diferencias culturales y los prejuicios a través de un tono humorístico. Sin embargo, a diferencia de estas, Señor, dame paciencia se centra en la dinámica familiar más que en los contrastes regionales. Además, su tono recuerda a clásicos de la comedia estadounidense como Mi gran boda griega (2002), donde también se juega con las tensiones familiares y el choque de ideologías.

En cuanto a la puesta en escena, la película no ofrece grandes innovaciones. La dirección de Álvaro Díaz es funcional, sin riesgos ni un estilo distintivo. El movimiento de cámara es convencional, con predominio de planos medios y generales que buscan capturar la interacción entre los personajes sin destacar especialmente en la composición visual. la cinematografía es colorida y luminosa, reflejando el tono ligero de la historia, pero sin grandes esfuerzos estéticos.

La ambientación en el sur de España añade un punto pintoresco a la película, pero se apoya en estereotipos más que en una representación auténtica. La banda sonora cumple su función sin destacar, acompañando las escenas de humor con ritmos animados y ligeros.

Señor, dame paciencia no es una película que deje huella en la historia del cine, ni destaca especialmente dentro del género de la comedia. Sin embargo, es una opción entretenida para ver en familia, sin mayores exigencias. Su humor es sencillo y accesible, aunque en ocasiones algo forzado, y su mensaje de tolerancia y aceptación, aunque predecible, es positivo. La película que, aunque no merece un aprobado en términos cinematográficos, puede ser una opción adecuada para una tarde risas en familia.


martes, 18 de marzo de 2025

Padre no hay más que uno 2. Una secuela familiar con el sello de Segura

 

Padre no hay más que uno 2: La llegada de la suegra es una comedia española estrenada en 2020, dirigida y protagonizada por Santiago Segura. Se trata de la secuela de Padre no hay más que uno (2019) y sigue la fórmula de humor familiar con toques de enredo y situaciones cotidianas exageradas. La película cuenta con un elenco coral en el que destaca Toni Acosta, Martina D’Antiochia, Leo Harlem y Loles León, entre otros.

Esta película es un fenómeno dentro del cine comercial español, convirtiéndose en la más taquillera de 2020 en España a pesar de haber sido estrenada en plena pandemia. Su éxito demuestra que Santiago Segura ha encontrado la fórmula para conectar con el público familiar, y por ello resulta interesante analizarla.

La historia sigue a Javier (Santiago Segura), un padre de familia que, tras haber aprendido a gestionar la casa en la primera entrega, ahora se enfrenta a nuevos desafíos: la llegada de un bebé y la irrupción de la temida suegra (Loles León). A partir de esta premisa, la película se desarrolla como una sucesión de situaciones cómicas que giran en torno al caos de la vida familiar, desde la preparación del nacimiento hasta los enredos con los niños y los problemas cotidianos de un hogar con muchos integrantes.

La película mantiene un tono ligero, con un ritmo ágil que no deja espacio para el aburrimiento. El humor es sencillo y accesible, basado en la exageración de las situaciones familiares con las que cualquier espectador puede identificarse. Las bromas giran en torno a los choques generacionales, la paternidad y los malentendidos típicos de la convivencia. Sin embargo, aunque el guion logra su propósito de hacer reír, a veces cae en estereotipos y en un humor algo predecible.

Santiago Segura no solo busca la risa, sino que también transmite un mensaje claro: la familia, a pesar de sus conflictos y diferencias, es el núcleo esencial de nuestras vidas. A diferencia de otras comedias familiares más cínicas o irrelevantes, Padre no hay más que uno 2 apuesta por un tono más amable y entrañable, con un tono conciliador que recuerda a las películas clásica de enredo.

A nivel técnico, la película es funcional y efectiva. No hay un gran despliegue visual, pero la dirección de Segura aprovecha bien los espacios domésticos para potencial la sensación de caos familiar. La cámara se mueve con fluidez en las escenas de acción (como los desastres en casa o los enredos en el hospital), y el montaje contribuye a mantener el ritmo cómico. No obstante, no es una película que destaque por su fotografía o una puesta en escena innovadora. Su fuerte radica más en la química entre los personajes y las dinámicas en los diálogos.

Santiago Segura es un cineasta que ha evolucionado desde su etapa más gamberra (Torrente) hacia un cine más familiar y accesible. Con esta saga, se posiciona como el rey de la comedia familiar española actual, siguiendo la estela de directores como Frank Capra en su búsqueda de historias que unan a varias generaciones. Además, el éxito de estas películas demuestra la demanda de cine apto para todas las edades en España, en contraste con la oferta predominante de cine independiente o de autor.

 


lunes, 17 de marzo de 2025

Family Man

 

Ficha técnica:

Título original: The Family Man

Año de estreno: 2000

Director: Brett Ratner

Género: Drama, comedia, romance

Duración: 125 minutos

País: Estados Unidos

 

Han pasado más de dos décadas desde que el estreno de Family Man, y la película sigue resonando con aquellos que se preguntan sobre los caminos no tomados en la vida. Este film, que mezcla elementos de fantasía con drama y comedia, plantea una cuestión universal: ¿qué es realmente el éxito y la felicidad? En un mundo donde la ambición profesional a menudo choca con la vida familiar, Family Man sigue siendo una historia relevante y conmovedora.

Jack Campbell (Nicolas Cage) es un exitoso ejecutivo de Wall Street, rico y soltero, que un día se despierta en una realidad alternativa donde nunca abandonó a su novia de la universidad, Kate (Téa Leoni), y en su lugar se convirtió en un hombre de familia. A partir de este momento, Jack experimenta el contraste entre su lujosa y solitaria vida en Nueva York y una experiencia modesta pero llena de amor y calidez en un barrio suburbano. A través de situaciones cómica y momentos emotivos, la película explora cómo la vida puede cambiar radicalmente según las decisiones tomadas en el pasado.

La narrativa de Family Man sigue un esquema clásico de “realidad alternativa”, similar a It’s a Wonderful Life (1946). Sin embargo, en lugar de mostrar lo que hubiera pasado si Jack nunca hubiera existido, la película nos introduce en una vida que podría haber sido, lo que genera una reflexión profunda sobre las decisiones y sus consecuencias. La transición entre ambos mundos se presenta de manera casi onírica, con el personaje de Don Cheadle interpretando a un misterioso “guía” que desencadena la experiencia de Jack.

Desde el punto de vista de la puesta en escena, Ratner utiliza contrastes visuales claros: la frialdad de la oficina de Jack, con sus tonos oscuros y fríos, se contrapone a la calidez de su hogar en la vida alternativa, con una iluminación cálida y una paleta de colores cálidos y acogedores. Esto refuerza el choque emocional que vive el protagonista. Además, el movimiento de cámara es sobrio pero efectivo: en Nueva York, se privilegian planos más estáticos y cerrados que reflejan la rigidez de su vida, mientras que en su “nueva realidad” se utilizan más tomas en movimiento y planos más abiertos, trasmitiendo una sensación de libertad y caótica felicidad familiar.

El mensaje de Family Man es claro. La vida no se mide en logros materiales, sino en las conexiones humanas y el amor compartido. A través de la historia de Jack, la película plantea preguntas fundamentales: ¿Nos definen nuestras decisiones? ¿Es el éxito profesional más valioso que una vida de afecto y compromiso?

Aunque la película no demoniza la ambición ni glorifica el sacrificio, sí sugiere que el equilibrio es clave. El film evita caer en una moraleja simplista, permitiendo que el espectador saque sus propias conclusiones sobre qué tipo de vida se alinea mejor con sus valores y deseos.

Family Man es una película con una premisa sencilla pero emocionante potente. Aunque no reinventa el género, logra un equilibrio entre el drama y la comedia, sostenida por la sólida actuación de Nicolas Cage y Téa Leoni. Su reflexión sobre el significado de la felicidad y las decisiones vitales la convierten en un relato atemporal que sigue siendo relevante hoy en día. Con una narrativa bien construida, una puesta en escena eficaz y un mensaje sincero, Family Man nos invita a preguntarnos: ¿y si nuestra vida hubiera tomado otro rumbo?


sábado, 15 de marzo de 2025

Road House: De profesión duro

 

Ficha técnica

Título: Road House. De profesión: duro

Año: 2024

Director: Doug Liman

Género: Acción

Duración: 114 minutos

País: Estados Unidos

 

He decidido escribir sobre Road House porque es una de esas películas que generan mucha expectativa, pero terminan siendo una gran decepción. Basada en la cinta de culto de 1989 protagonizada por Patrick Swayze, esta nueva versión no logra capturar ni la esencia de la original ni aportar algo novedoso al género de acción. La vi recientemente y, sinceramente, sentí que era necesario advertir a los espectadores sobre lo que se van a encontrar: un espectáculo vacío de peleo y explosiones sin una historia sólida detrás.

La película sigue a Elwood Dalton (Jack Gyllenhaal), un exluchador de la UFC con un pasado oscuro, que es contratado como jefe de seguridad en un bar de carretera plagado de problemas. Su tarea es mantener el orden en un local donde el caos es la norma. Sin embargo, pronto se enfrenta a un grupo de criminales que dominan la zona y no están dispuestos a ceder el control.

El guion es un esqueleto mínimo sobre el que se montan peleas y escenas de acción sin respiro, pero sin sustancia. No hay giros sorprendentes ni personajes bien desarrollado. El villano es un cliché ambulante, los secundarios apenas aportan algo, y las motivaciones de los personajes parecen excusas para encadenar peleas en bares, estacionamientos y playas.

La película intenta ser estilizada, pero el abuso de iluminación artificial y los decorados genéricos hacen que todo se sienta demasiado artificial. A diferencia de la original, que transmitía una sensación realista de los bares de carretera, esta versión parece más un videoclip de lujo.

El director Doug Liman opta por una filmación caótica, con una cámara en mano que no aporta dinamismo sino confusión. Muchas peleas se sienten torpes debido al abuso de cortes rápidos y primeros planos que no permiten apreciar la coreografía de las peleas.

La narrativa es casi inexistente. La película se resume en una serie de enfrentamientos físicos hilados con diálogos simplones y poco creíbles. En ningún momento se siente que haya un desarrollo real de personajes ni un conflicto que trascienda lo superficial.

Doug Liman ha demostrado en películas anteriores como The Bourne Identity (2002) que sabe manejar la acción con elegancia y tensión. Sin embargo, en Road House parece haber perdido todo sentido de ritmo y construcción narrativa. Comparada con otras películas recientes de acción como John Wick (que al menor logra desarrollar una mitología interesante), esta cinta queda muy por debajo.

Road House es una película de acción genérica que desperdicia el talento de Jake Gyllenhaal en un papel sin profundidad. Si lo que buscas es ver peleas sin ningún tipo de historia o desarrollo, puede que te entretenga. Pero si esperas algo más que golpes y explosiones, mejor busca otra opción. En definitiva, un remake innecesario que ni honra el original ni aporta algo nuevo al género.


viernes, 14 de marzo de 2025

FORREST GUMP

 


Ficha técnica

Título: Forrest Gump

Año: 1994

Director: Robert Zemeckis

Género: Drama, comedia, romance

Duración: 142 minutos

Nacionalidad: Estados Unidos

 

Es imposible halar del cine de los 90 sin mencionar Forrest Gump, una película que marcó a toda una generación y que, a día de hoy, sigue siendo objeto de análisis por su impacto cultural. Ganadora de seis premios Oscar, entre ellos Mejor Película y Mejor Director, esta obra maestra de Zemeckis no solo es un viaje a través de la historia estadounidense del siglo XX, sino también una profunda reflexión sobre el destino, la perseverancia y el amor. Revisitarla nos permite analizarla desde nuevas perspectivas y valorar su legado cinematográfico.

Forrest Gump sigue la vida de un hombre con discapacidad intelectual, Forrest Gump (Tom Hanks), cuya bondad y determinación lo llevan a participar en momentos clave de la historia estadounidense, desde la guerra de Vietnam hasta el nacimiento del movimiento hippie. Su amor incondicional por Jenny (Robin Wright), su amistad con Bubba (Mykelti Willamson) y el teniente Dan (Gary Sinise) moldean su camino. Pese a su ingenuidad, Forrest logra éxitos extraordinarios, convirtiéndose en atleta, soldado condecorado y empresario millonario, todo mientras busca su lugar en el mundo.

El filme utiliza la técnica del flashback con una narración en primera persona. Sentado en un banco, Forrest relata su vida a diversos desconocidos que lo escuchan con reacciones de incredulidad y asombro. Esta estructura permite una conexión directa con el espectador, que ve el mundo a través de su particular inocencia y optimismo. La película combina hábilmente eventos reales con la ficción, lo que convierte en un testimonio histórico subjetivo pero entrañable.

Tom Hanks entrega una interpretación inolvidable, dotando a Forrest de ternura y carisma. Su actuación equilibra la simplicidad del personaje con una profundidad emocional que evita caer en la caricatura. Robin Wright construye a Jenny como un reflejo de la lucha y el dolor de una generación marcada por los traumas familiares y los excesos. Gary Sinise, como el teniente Dan, ofrece una de las mejores evoluciones de la historia del cine, del resentimiento a la redención.

Zemeckis y el director de fotografía Don Burgess logran una estética cuidada, con un uso magistral de la iluminación y la paleta de colores para reflejar cada etapa de la vida de Forrest. Las escenas de Vietnam, con su caótica atmósfera, contrastan con la serenidad de los paisajes de Alabama. El CGI se usa de manera innovadora para insertar a Forrest en imágenes históricas junto a figuras como John F. Kennedy y John Lennon, un logro impresionante para la época.

El film se caracteriza por movimientos de cámara fluidos que siguen la acción con naturalidad. Los planos generales destacan la grandiosidad de los paisajes y los eventos históricos, mientras que los primeros planos refuerzan la emotividad de los personajes. En la icónica escena de la carrera de Forrest a través del país, la cámara lo sigue con viajes largos que subrayan su incansable espíritu.

La película recorre eventos cruciales de la historia de Estados Unidos, desde la segregación racial hasta el escándalo de Watergate. Muestra la evolución de la sociedad a través de los ojos de un hombre que, sin ser plenamente consciente de su entorno, impacta de forma inesperada en la historia. Es una crítica sutil al Sueño Americano, pues mientras Forrest prospera sin buscarlo personajes como Jenny, que encarnan la rebeldía y la búsqueda de un sentido más profundo, sufren las consecuencias de sus elecciones.

Forrest Gump plante una cuestión fundamental: ¿Somos dueños de nuestro destino o simples hojas arrastradas por el viento? Forrest encarna la pureza de la existencia, demostrando que la bondad y la perseverancia pueden superar cualquier obstáculo. Su historia desafía la idea de que la inteligencia es el único camino al éxito y sugiere que el amor, la lealtad y la simpleza pueden ser igual de poderosos. La película nos invita a reflexionar sobre cómo enfrentamos la vida y cuál es el verdadero significado del éxito.

Forrest Gump es mucho más que un drama emotivo, es una exploración de la historia, la moral y la naturaleza humana. Su impacto perdura porque, más allá de sus logros técnicos y narrativos, nos recuerda que la vida es impredecible y que, a veces, todo lo que poder hacer es seguir corriendo. Como dice Forrest: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”.


jueves, 13 de marzo de 2025

King Kong (2005)


 

En el año 2005, Peter Jackson, tras su exitosa trilogía de El Señor de los Anillos, nos regaló una nueva versión del clásico King Kong. Con una duración de 187 minutos, esta superproducción de aventuras, fantasía y acción nos transporta a los años 30 en plena Gran Depresión, capturando el espíritu del cine clásico con una puesta en escena espectacular. Con un guion coescrito por Jackson, Fran Walsh y Philippa Boyens, y una banda sonora compuesta por James Newton Howard, la película rinde homenaje a la versión original de 1933 mientras la moderniza con los avances tecnológicos del nuevo milenio.

La razón por la que esta película merece revisión crítica no radica solo en su ambiciosa producción, sino en su impacto dentro del cine de aventuras contemporáneo. Jackson nos ofrece una historia que, aunque conocida, se enriquece con su capacidad para profundizar en la emocionalidad de sus personajes, la espectacularidad de sus enfoques visuales y la meticulosa recreación de la Isla Calavera y la ciudad de Nueva York. King Kong no es solo un despliegue de tecnología digital, sino una historia que habla de la ambición humana, la compasión y la tragedia de ser un incomprendido.

El relato nos presenta a Ann Darrow (Naomi Watts), una actriz de vodevil que atraviesa dificultades económicas y que es reclutada por el excéntrico cineasta Carl Denham (Jack Black) para rodar una película en una misteriosa isla. Acompañados por el dramaturgo Jack Driscoll (Adrien Brody) y un variopinto equipo de filmación, llegan a la enigmática Isla Calavera, donde descubren un mundo olvidado en el tiempo, habitado por criaturas prehistóricas y, por supuesto, por Kong, un gorila gigantesco que desarrollará un vínculo especial con Ann. A medida que avanza, la ambición de Denham desencadena la captura de Kong y su traslado a Nueva York, donde el gorila será expuesto como una atracción de feria, solo para encontrar un destino tan trágico como inevitable.

Uno de los aspectos más sobresalientes del film es su impresionante dirección de arte y cinematografía. Andrew Lesnie, responsable de la fotografía, logra una composición visual hipnótica que oscila entre la calidez del cine clásico y la grandiosidad del CGI moderno. La iluminación en Nuevo York, con tonos fríos y sombras alargadas, contrasta con la selvática y caótica Isla Calavera, donde la cámara se mueve con dinamismo para capturar la tensión de cada secuencia.

Jackson emplea una técnica narrativa que juega con el suspenso y la emoción: la presentación de Kong no es inmediata, sino que construye con paciencia, permitiendo que su impacto se más poderoso cuando finalmente aparece en pantalla. La escena de la lucha contra los dinosaurios es un prodigio de montaje y efectos especiales, una secuencia de desafía a la lógica y nos sumerge en una fantasía brutalmente realista.

Noami Watts brilla en el papel de Ann Darrow, logrando una interpretación que equilibra la inocencia con la determinación. Su relación con Kong es el corazón emocional de la película, y a través de su mirada y el lenguaje corporal logra transmitir la humanidad que muchos niegan al gorila. Jack Black, es un registro diferente a su habitual comedia, encarna a Carl Denham con una mezcla de carisma y arrogancia, mientras que Adrien Brody, aunque cumple con su papel de héroe intelectual, queda un poco relegado de la narrativa.

Sin embargo, el verdadero protagonista es Kong. Creado a través de una innovadora captura de movimiento con la interpretación de Andy Serkis, el gorila gigante es una maravilla técnica y emocional. Sus expresiones, gestos y reacciones logran transmitir una complejidad sorprendente, dotando al personaje de una humanidad que hace que su trágico destino sea aún más impactante.

Peter Jackson logra con King Kong (2005) una superproducción que, a pesar de su extensión, mantiene al espectador cautivado gracias a su maestría visual, su narrativa emocionante y su puesta en escena. La película nos recuerda que, más allá de los efectos especiales y la acción desbordante, lo que realmente importa en el cine es la capacidad de emocionar y contar historias universales. Kong, en su mirada perdida en el skyline de Nueva York, es el reflejo de una tragedia atemporal: la de ser un majestuoso atrapado en un mundo que no lo comprende.

miércoles, 12 de marzo de 2025

El Bueno, el feo y el malo

 

Ficha técnica

Título original: Il buono, il brutto, il cattivo

Año: 1966

Dirección: Sergio Leone

Género: Western

Duración: 161 minutos

Nacionalidad: Italiana, España, Alemania Occidental

Hablar de El Bueno, el feo y el malo es hablar de una de las obras más icónicas del género western y del cine en general. Dirigida por el maestro Sergio Leone y con la música inconfundible de Ennio Morricone, esta película redefinió la estética del western, alejándose del clasicismo de Hollywood para ofrecer una versión más sucia, cínica y visualmente innovadora. Su impacto sigue siendo palpable casi seis décadas después, por lo que merece una revisión detallada.

En plena Guerra Civil estadounidense, tres forajidos compiten por encontrar un tesoro enterrado en un cementerio: Blondie (El bueno, interpretado por Clint Eastwood), un pistolero astuto con su propio código moral, Tuco (el feo, interpretado por Eli Wallach), un bandido carismático y despiadado, y Sentenza (El malo, interpretado por Lee Van Cleef), un asesino frío y calculador. A medida que avanzan en su búsqueda, sus caminos se cruzan en una serie de alianzas y traiciones, hasta culminar en un duelo legendario.

Leone construye la narrativa con un ritmo pausado pero tenso, utilizando largas escenas de tensión y violencia contenida, que explotan en momentos de acción intensa. Su estructura dividida en episodios recuerda a una novela picaresca donde cada personaje debe lidiar con las pruebas y trampas, lo que la convierte en una historia de aventuras disfrazada de western.

Uno de los puntos fuertes de la película es la tridimensionalidad de sus personajes. A diferencia de los westerns tradicionales, aquí no hay ni héroes ni villanos en el sentido clásico: los tres protagonistas son antihéroes con motivaciones egoístas.

-       Blondie (Clint Eastwood): Representa el estoicismo y la frialdad calculadora. Su interpretación minimalista, pero su presencia es magnética. Eastwood consolidó aquí su imagen de cowboy silencioso y letal.

-       Tuco (Eli Wallach): Es el personaje más complejo y humano. Wallach aporta un dinamismo y un humor negro que equilibra la frialdad de sus compañeros. Su expresividad y verborrea lo convierten en el más imprescindible.

-       Sentenza (Lee Van Cleef): Es la encarnación de la maldad implacable. Su porte amenazante y su mirada penetrante lo convierten en un villano memorable.

 

Leone introduce un estilo visual revolucionario para la época. Su uso del Techniscope le permitió jugar con encuadres amplios, resaltando la vastedad del desierto, alternando con primeros planos extremos los rostros de los personajes, creando una tensión asfixiante en los duelos. Las secuencias están coreografiadas con un ritmo casi operático, acompañadas por la música de Morricone, que se convierte en un personaje más de la historia.

El icónico triello final es una muestra de maestría cinematográfica. Leone utiliza el montaje paralelo para aumentar la tensión, jugando con los silencios, las miradas y el tiempo, logrando una de las escenas más recordadas del cine.

La banda sonora de Ennio Morricone es simplemente legendaria. Su tema principal, con esos silbidos y guitarras eléctricas, ha trascendido el cine para convertirse en parte de la cultura popular. Morricone no solo compuso un soundtrack, sino que diseñó paisajes sonoros que potencian la narración. Los sonidos de disparos, el eco del viento y los silencios dramáticos contribuyen a una atmosfera única.

El bueno, el feo y el malo influenció a generaciones de cineastas, desde Quentin Tarantino hasta Robert Rodríguez. Su estilo visual, su narrativa subversiva y su enfoque en antihéroes redefinieron el género. Además, consolidó el spaghetti western como un subgénero con identidad propia, demostrando que el western podía evolucionar.

Sergio Leone logró una obra maestra que trasciende el género. Con una dirección impecable, actuaciones inolvidables y una banda sonora icónica. El bueno, el feo y el malo sigue siendo una película de referencia. Es un western que desafía las convenciones, con una historia de traiciones y supervivencia que se siente atemporal. Sin duda, una de las mejores películas de la historia del cine.


martes, 11 de marzo de 2025

El Milagro del Padre Stu


 

Ficha técnica

Título original: Father Stu

Año: 2022

Dirección: Rosalind Ross

Género: Drama, biográfico

Duración: 124 minutos

País: Estados Unidos

El Milagro del Padre Stu es una película que ha generado gran interés dentro del círculo de cine inspirador y de fe, por su potente mensaje de redención y conversión. En un mundo donde el cine religioso muchas veces cae en el sentimentalismo o en narrativas predecibles, este filme logra destacarse con una historia cruda y realista. Es un buen momento para analizar su puesta en escena, la narrativa y su impacto, no solo desde el punto de vista cinematográfico, sino desde una reflexión católica.

Basada en hechos reales, la película cuenta la historia de Stuart Long (Mark Wahlberg), un exboxeador con una vida llena de excesos y sin un rumbo definido, que tras un grave accidente y una serie de eventos impactantes, encuentra su vocación en el sacerdocio. A pesar de enfrentar el escepticismo de su familia y una enfermedad degenerativa que complica su camino, Stuart persiste en su fe, demostrando como la voluntad y la gracias de Dios puede transformar una vida aparentemente perdida.

La historia es emotiva sin caer en la sobreexplotación del drama. Wahlberg ofrece una interpretación convincente y carismática, equilibrando la rudeza del personaje con su crecimiento espiritual. Mel Gibson, en el papel de su padre, complementa la narrativa con un arco propio de redención, lo que aporta profundidad a la historia familiar.

La película adopta un estilo realista, con escenarios que reflejan la dureza de la vida de Stuart: gimnasios desgastados, calles solitarias y bares oscuros contrastan con la solemnidad de las iglesias y los seminarios. Esta transición visual refuerza la transformación interna del personaje. La iluminación juega un papel clave en la escenografía; las escenas más crudas se presentan con tonos fríos y sombras marcadas, mientras que los momentos de fe y esperanza están acompañados de una luz más cálida y reconfortante.

La dirección de Rosalind Ross opta por un estilo de cámara cercano e íntimo. En los momentos de crisis del protagonista, se utilizan primeros planos y planos medios cerrados para saltar la expresividad de Wahlberg. En contraste, las escenas de diálogos reflexivos emplean encuadres abiertos, mostrando el entorno como un reflejo de su estado emocional. El ritmo de la edición es pausado cuando la historia lo requiere, permitiendo que los momentos de mayor carga emocional resuenen con el espectador.

La historia del Padre Stu es un testimonio de cómo Dios obra en la vida de las personas incluso en las situaciones más adversas. Su camino hacia el sacerdocio recuerda casos reales como el del Padre Donald Calloway, un exdelicuente que encontró su vocación tras una conversión radical. Además, la enfermedad degenerativa que enfrenta Stuart nos recuerda a santos como San Juan Pablo II, quien, a pesar del Parkinson, siguió su ministerio hasta el final.

La película también nos invita a reflexionar sobre la misericordia de Dios y la posibilidad de cambio. A veces, en la vida real, vemos a personas que han llevado una vida de pecado, pero que logran un cambio radical y se convierten en verdaderos ejemplos de fe. Esto también se refleja en la historia de San Agustín, quien pasó de una juventud desenfrenada a ser uno de los mayores teólogos de la Iglesia

El Milagro del Padre Stu es una película que logra impactar tanto a creyentes como a aquellos que buscan una historia inspirada de superación. Su realismo, excelente dirección, una puesta en escena cuidada y una narrativa bien construida la convierten en una obra digna de atención. Más allá de la pantalla, es un recordatorio de que Dios llama a las persona de maneras inesperadas y que la fe puede transformar hasta los corazones más endurecidos.

El Señor de los Anillos: La comunidad del Anillo

 

Ficha técnica

Título original: The Lord of the Ring: The Fellowship of the Ring

Año: 2001

Director: Peter Jackson

Género: Fantasía, Aventura

Duración: 178 minutos

País: Nueva Zelanda/Estados Unidos

Han pasado más de dos décadas desde el estreno de esta obra monumental, y su impacto en el cine sigue siendo innegable. Con la reciente remasterización en 4K y la constante influencia que ejerce en el género de la fantasía, es un buen momento para analizar por qué El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo es una de las mejores adaptaciones cinematográficas de la literatura.

La película sigue la historia de Frodo Bolsón (Elijah Wood), un hobbit de la Comarca que hereda un anillo con un poder maligno inmensurable. Acompañado por su amigo Sam (Sean Astin) y otros aliados, incluyendo Aragorn (Viggo Mortensen), Gandalf (Ian McKellen), Legolas (Orlando Bloom) y Gimli (John Rhys Davies), debe viajar a Mordor para destruir el Anillo Único antes de que caiga en manos del oscuro Sauron. La historia explora la lucha entre el bien y el mal, la corrupción del poder y la importancia de la valentía y la amistad.

Uno de los mayores aciertos de la película es la manera en que Peter Jackson consigue adaptar la vasta mitología de J.R.R. Tolkien sin perder su esencia. A pesar de algunas omisiones y cambios necesarios por cuestiones de ritmo cinematográfico, la narrativa se mantiene fiel al espíritu de la obra original. Se logra un equilibrio entre el desarrollo de los personajes y la construcción de un mundo creíble, donde cada región de la Tierra Media está cuidadosamente representada.

La dirección de Jackson es magistral. Cada escenario, desde la tranquilidad de la Comarca hasta la majestuosidad de Rivendel y la opresiva oscuridad de Moria, está meticulosamente diseñado. La película logra transmitir una sensación de escala épica, sin descuidar los momentos íntimos de los personajes. Además, la utilización de localizaciones reales en Nueva Zelanda aporta una autenticidad visual impresionante.

La cinematografía de Andrew Lesnie es una de las piezas clave del éxito del film. Con una combinación de planos aéreos, travellings envolventes y encuadres cerrados en momentos de tensión, la cámara refuerza el tono aventurero y emotivo de la historia. El uso innovador de la perspectiva forzada permitió que la diferencia de tamaño entre hobbits y humanos se sintiera natural.

En cuanto a los efectos especiales, la combinación de CGI y efectos prácticos sigue siendo impresionante. La creación de Gollum, aunque perfeccionada en las secuelas, ya comenzaba a mostrar el nivel de detalle que revolucionaría el uso de la captura en movimiento. También destaca la recreación de criaturas como los espectros del anillo y el Balrog de Moria, que transmiten un realismo sobrecogedor.

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo no solo es una adaptación fiel y respetuosa de la obra de Tolkien, sino también una película revolucionaria en el género de la fantasía. Su narrativa bien construida, el impecable trabajo de dirección, la espectacular puesta en escena y los innovadores efectos especiales la convierten en una obra maestra del cine. A día de hoy, sigue siendo un referente ineludible para cualquier amante del cine y la literatura fantástica.


Idealismo alemán

  Últimamente estoy leyendo mucha filosofía, porque me apasiona. En especial, estoy leyendo filosofía germánica. Y hay algo en esos textos, ...